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Cada viernes es el «día de la independencia»

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Algunos atributos piadosos no pueden ser buscados activamente, excepto indirectamente a través de buenas acciones, pero otras cualidades espirituales pueden ser activamente cultivadas, incluso pedidas a través de la oración. Una cualidad material y espiritual es la «independencia».

El viernes, en el calendario bahá’í, es llamado «independencia» (Istiqlal). Aquí hay una oración bahá’í por la independencia:

¡Oh mi Dios, mi Señor y mi Maestro! Me he desprendido de mi familia y a través de Ti he buscado ser independiente de todos los que habitan en la tierra y estar siempre dispuesto a recibir lo que es digno a Tus ojos. Concédeme todo el bien que me haga independiente de todo lo que no seas Tú y otórgame una porción más amplia de Tus ilimitados favores. En verdad, Tú eres el Señor de gracia abundante. – El Báb, Oraciones bahá’ís, pág. 41.

Aquí hay otra oración bahá’í por la independencia:

¡Oh Dios, que eres el Autor de todas las Manifestaciones, el Origen de todos los Orígenes, la Fuente de todas las Revelaciones y el Manantial de todas las Luces! …

Yo Te imploro que me enriquezcas de tal modo que pueda prescindir de todo salvo de Ti y ser independiente de cual quiera excepto de Ti. Haz descender, pues, sobre mí, de las nubes de Tu munificencia, aquello que me beneficie en cada mundo de Tus mundos. Ayúdame, entonces, mediante Tu gracia fortalecedora, a servir de tal modo a Tu Causa entre Tus siervos, que pueda yo mostrar aquello que me haga ser recordado tanto como perdure Tu propio reino y persista Tu dominio…

Tú eres en verdad el Dios de fuerza y poder, que estás capacitado para contestar a aquellos que Te imploran. No hay Dios sino Tú, el Omnisciente, el Sapientísimo. – Bahá’u’lláh, Oraciones bahá’ís, págs. 105-106.

Generalmente pensamos en la independencia como autosuficiencia. En la concepción bahá’í de esta cualidad, sin embargo, la independencia significa dependencia de Dios, como lo ilustran las dos oraciones anteriores.

La clave de la independencia espiritual es el desapego del materialismo y las vanidades de este mundo y todas sus fugaces atracciones. Las trampas de este mundo atrapan.

Eso no quiere decir que debamos privarnos de disfrutar de las cosas buenas de la vida, como lo explica El Báb:

Cuán grande la cantidad de personas que se atavían con traje de seda durante toda su vida, mientras están envueltos en el manto del fuego por haberse despojado de la vestidura de guía divina y de rectitud. Y cuán numerosos son aquellos que visten ropas de algodón o ruda lana durante su vida y, sin embargo, estando dotados con la vestidura de guía divina y de rectitud, se encuentran en verdad ataviados por la indumentaria del Paraíso y se deleitan en la complacencia de Dios. Ciertamente, a los ojos de Dios sería mejor si combinarais las dos cosas, adornaos con la vestidura de la guía divina y de la justicia vistiéndoos con exquisitas sedas si os lo podéis permitir. Si no, por lo menos no actuéis injustamente; más bien, mostrad virtud y compasión. – El Báb, Selecciones de los escritos de El Báb, pág. 72.

Pero disfrutar de las cosas buenas de la vida debe hacerse de una manera equilibrada, como Bahá’u’lláh advierte:

Considera una perla que brilla en virtud de su naturaleza inherente. Si se cubre de seda, su lustre y belleza quedan ocultos. De igual modo, la distinción del hombre se encuentra en la excelencia de su conducta y en hacer aquello que corresponde a su rango, no en los juegos y pasatiempos infantiles. Has de saber que tu verdadero adorno consiste en el amor a Dios y en tu desprendimiento de todo salvo de Él, y no en los lujos que posees. Abandónalos a quienes los pretenden y vuélvete hacia Dios, Quien hace que fluyan los ríos. – Bahá’u’lláh, El llamamiento del Señor de las huestes, págs. 88-89.

Usted probablemente ha escuchado la expresión: «como perlas en terciopelo». Aplicando esta frase familiar al pasaje anterior, la belleza intrínseca de la perla puede ser oscurecida por la tela que la rodea. Aquí, Bahá’u’lláh compara a la persona espiritual con una «perla», y las dotaciones materiales a «seda». La belleza y el brillo de la perla pueden ser opacados por la seda, si es que esta última llama más la atención que la perla o incluso la cubre.

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Un bahá’í se esfuerza por llegar a ser tanto material como espiritualmente independiente. Por ejemplo, consideremos la independencia financiera. Para aquellos afortunados de haber sido capaces de «saldar la hipoteca» y poseer independientemente sus propias casas, puede ser un logro sobresaliente en el curso de lograr la independencia financiera. Probablemente, en las etapas más avanzadas de la vida, el momento de la jubilación es la prueba más segura de la independencia financiera.

Pero lograr la independencia financiera —o al menos ser autosostenible ganando el propio sustento— no es el objetivo primordial de la vida, aunque sea una parte necesaria de ésta. Se debe disfrutar de las cosas buenas en la vida con la debida consideración de nuestro deber de hacer de este mundo un lugar mejor.

Por ejemplo, sólo a través de la independencia podemos realmente llegar a ayudar a otros, que están pasando dificultades tales como la pobreza, la ignorancia, la codicia, la depresión, etc., para ponerse de pie y llevar una vida productiva y satisfactoria, restaurando su dignidad en el proceso.

En otras palabras, la independencia espiritual puede ayudar a otros a llegar a ser material y espiritualmente independientes.

Eso es fácil de decir, pero difícil de hacer. Por eso, a menos que uno sea rico y pueda convertirse en un filántropo, la persona promedio simplemente no tiene mucho excedente material. Por lo tanto, mejorar el mundo local que nos rodea significa hacer lo que podemos, dejando de lado algunos de los lujos en la vida, priorizando las necesidades de los demás, y de cualquier manera en que podamos hacer la diferencia.

Es mucho más fácil hacer esto en grupo que hacerlo individualmente.

Los bahá’ís en todo el mundo están organizando grupos en sus vecindarios. Estos son llamados «círculos de estudio», cada uno de los cuales involucra entrenamiento espiritual combinado con un proyecto de servicio grupal.

Es cierto que mejorar los propios vecindarios es más fácil de hacer en los países en desarrollo que en muchos países desarrollados, por la sencilla razón de que, por lo menos donde vivo (Pittsburgh, Pensilvania), un buen vecino — me entristece decirlo — es aquél que «se ocupa de sus propios asuntos».

Los bahá’ís a menudo organizan proyectos de servicios comunitarios a pequeña escala donde se los necesita, y los bahá’ís también pueden conectarse con esfuerzos más organizados para hacer la diferencia en toda la ciudad.

Puede que no todas las acciones buenas sean fáciles de hacerse, sin embargo, el esfuerzo finalmente valdrá la pena:

Realmente, la independencia de todas las cosas es como una puerta de guía para Sus siervos fieles. Bienaventurados aquellos que se han separado del mundo y se han dispuesto a servir a Su Causa. Ciertamente, son contados entre el pueblo de Bahá en la corte de Su resplandeciente belleza. – Bahá’u’lláh, citado en El Derecho de Dios, pág. 25.

Por tanto, trate de hacer cada viernes su propio “día de la independencia».

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