Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Hola, soy Frances y tengo una pérdida auditiva profunda. Hola, soy Beverley, y llevo silla de ruedas. Nosotras dos, como muchos otros, tenemos discapacidades que dificultan nuestra participación en una comunidad espiritual.
Para los discapacitados, la pandemia ha traído nuevos retos y numerosos obstáculos, y ha tenido un enorme impacto en las necesidades de comunicación de las personas con pérdida de audición y en el acceso a las reuniones para quienes estamos en silla de ruedas. Nosotros también queremos que se nos incluya, así que aquí están nuestras historias, junto con algunas sugerencias para toda persona y comunidad espiritual que quiera ser acogedora e integradora.
Ambas somos bahá’ís, y muchos de nosotros estamos aprendiendo cómo hacer que nuestras comunidades sean más accesibles e inclusivas, a medida que reconocemos cada vez más que el principio espiritual de la unidad en diversidad puede liberar una energía significativa y facilitar el avance en nuestras comunidades cuando se incluye a todo el mundo. Esta idea de unidad en diversidad –que incluye la diversidad racial y de género, así como toda la gama de tipos y condiciones humanas– es uno de los principios bahá’ís fundamentales. Este principio espiritual significa que cada comunidad debe hacer todo lo posible por satisfacer las necesidades de sus diversos miembros, como explicó Abdu’l-Bahá en un discurso que pronunció en Montreal en 1912:
… otros miembros que por razones válidas estén incapacitados –los ciegos, los ancianos, los sordos– se debe velar por su comodidad. … nadie padecerá necesidades ni carencias. Todos vivirán en la mayor comodidad y bienestar. [Traducción Provisional de Oriana Vento].
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Cada vez reconocemos con mayor claridad que mejorar las normas de accesibilidad es responsabilidad de todos, y que todos nos beneficiamos de ello.
Si te preguntas cómo, el mejor criterio general es preservar la dignidad y la autonomía de las personas con discapacidad y problemas de salud, así como de las personas mayores. Las comunidades tienen que tener en cuenta muchas cuestiones de accesibilidad, como la movilidad, la audición, la vista, la salud mental, las enfermedades de diversos tipos, la neurodiversidad en lo que se refiere a los procesos de aprendizaje, los recursos materiales como el transporte, los servicios de apoyo a la atención sanitaria, el apoyo a la alfabetización digital y los servicios lingüísticos.
Soy Frances, y compartiré mi historia personal del proceso de aprendizaje que experimenté como persona con pérdida auditiva profunda. Para participar plenamente en cualquier interacción, debate o reunión, dependo de la lectura de labios y de la escucha con mi implante coclear. Cuando comenzó la pandemia, sufrí conmoción, tristeza y estrés al enterarme de que todos nuestros programas bahá’ís se trasladarían a Internet. Me preguntaba cómo iba a poder comunicarme con la gente como lectora de labios, ya que es casi imposible entender lo que la gente dice por el ordenador.
Afortunadamente, algunos amigos que me apoyaban se ofrecieron como mecanógrafos para nuestras actividades bahá’ís locales, lo que supuso un alivio. Sin embargo, la mecanografía manual durante las reuniones en línea es limitada, y no podía participar en los numerosos programas en línea. Entonces conocí Otter.AI, una aplicación de inteligencia artificial que transcribe voz a texto en teléfonos móviles. Esta herramienta de comunicación me salvó la vida, porque pude participar en todos los eventos de la comunidad y explorar diferentes programas en línea con facilidad, dignidad e independencia. Además, en 2021, Zoom empezó a ofrecer subtítulos gratuitos, automáticos y fáciles de configurar durante las reuniones de Zoom. ¡Qué alivio! Ahora podía entender lo que todos decían en las reuniones en línea de nuestra comunidad.
Luego, cuando asistí a dos conferencias mundiales bahá’ís –lo que suponía un reto para mí– consulté y planifiqué con los organizadores con antelación para poder participar mejor en las conferencias, tanto como voluntaria del programa infantil como participante. Cuando me enteré de que en una de las conferencias habría 300 personas y de que era obligatorio llevar máscaras, me inquieté ya que no sabía cómo iba a poder comunicarme. Envié un correo electrónico a los organizadores para identificar mis necesidades de comunicación y creé un plan, como tener subtítulos en los vídeos, sentarme en primera fila, preparar material impreso y pedir a la gente que se quitara la máscara cuando se comunicara directamente conmigo. Fueron de lo más serviciales y reconfortantes, lo que contribuyó a eliminar mis ansiedades. Fue un regalo mezclarme con muchos amigos, y pasé un rato especial y enriquecedor.
Soy Beverley y voy a contar mi historia. Estoy muy involucrada con mi comunidad, pero como persona en silla de ruedas, tengo que tener en cuenta retos adicionales, ya que necesito asegurarme de las condiciones físicas de accesibilidad de las distintas casas que visito. Esto suele requerir llamar con antelación a los anfitriones de las casas particulares para organizar la asistencia que pueda necesitar, como entrar físicamente en las casas y edificios, y determinar formas de eliminar las barreras para que yo pueda asistir a los distintos eventos.
Al igual que le ocurrió a Frances, la pandemia también supuso una prueba más para mi capacidad personal de participar en mi comunidad, pero a pesar de los retos técnicos de aprendizaje que supuso el uso de Zoom al principio, se convirtió en mi hogar para conectar con otras personas en diversos espacios. Poco a poco, Zoom se convirtió en un espacio creativo para la reverencia y en un lugar eficaz para celebrar reuniones con diversos fines.
Me encantó descubrir que una de nuestras propiedades bahá’ís más recientes en Toronto, que antes era una instalación pública y, por tanto, estaba sujeta a los códigos de construcción provinciales, era muy accesible para quienes vamos en silla de ruedas, incluidos los lavabos. Sin embargo, para asistir a una reunión, sigo teniendo que pedir permiso a los organizadores para aparcar delante o para que alguien aparque de nuevo mi coche.
El verano pasado, viví una experiencia especial cuando me invitaron personalmente, antes de que se cerrara el plazo de inscripción, a asistir al campamento bahá’í Shining Lamp en Ontario. Los anfitriones de esta escuela eran también los dueños de la propiedad en un lago, y tienen la maravillosa actitud de hacer de su casa y sus instalaciones un lugar universalmente diseñado para incluir y fomentar la participación diversa. Los anfitriones se pusieron en contacto conmigo para consultarnos a mi amiga Frances y a mí con antelación, para determinar qué necesitaba y cómo abordar los problemas antes de asistir. Gracias a ello, pude interactuar libremente y con pocas barreras con viejos y nuevos amigos y participar plenamente en el programa de estudios. Las instalaciones de la escuela me ayudaron a sentirme cómoda y feliz lejos de mi casa, eliminando las ansiedades creadas por los factores desconocidos relacionados con la accesibilidad que tan a menudo determinan y remodelan cualquier experiencia que haya vivido en el pasado.
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En tu propia comunidad de amigos, puedes fomentar la felicidad y la unidad atendiendo también a las necesidades de personas diversas: facilitando que una persona sorda o con problemas de audición entienda las conversaciones en los actos comunitarios; ayudando a una persona mayor frágil y con poca visión a asistir a las actividades de la comunidad; o asistiendo a un familiar que padece una enfermedad degenerativa incapacitante y de larga duración. Cuando cuidamos unos de otros de estas formas, nos unimos aún más.
Nuestras comunidades han avanzado a medida que aprendemos a aplicar los conocimientos de las experiencias y perspectivas de las personas con discapacidad, lo que puede llevarnos un paso más allá en el aprendizaje colectivo de la diversidad y la inclusión en nuestras relaciones comunitarias. Así que preguntémonos: ¿qué pasos podemos dar para garantizar que esta creencia de unidad en la diversidad se demuestre activamente en nuestras comunidades? Dado que cada persona tiene necesidades diversas, basta con preguntarle directamente qué adaptaciones específicas necesita y, a continuación, trabajar en un plan de acción para eliminar cualquier barrera a su participación. Este enfoque desarrolla muchas habilidades, porque requiere consulta, sensibilidad, creatividad y apertura para encontrar soluciones prácticas. Los escritos bahá’ís recomiendan este enfoque directo; al fin y al cabo, Bahá’u’lláh aconsejó a todo el mundo que “Consultad juntos en todos los asuntos, por cuanto la consulta es la lámpara de guía que abre camino y es lo que confiere entendimiento”.
Una recopilación de los escritos bahá’ís titulada A Journey of Courage: From Disability to Spiritual Ability está disponible en Baha’i Publications Australia y Baha’i Library Online. En ella se ofrece información práctica para orientar a las personas y las comunidades a la hora de planificar actos públicos, así como directrices específicas para ayudar a las personas sordas y con dificultades auditivas, visuales y de movilidad.
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