Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Podemos buscar guía a través de la oración y la meditación, pero incluso recibiendo inspiración, no podremos ser guiados si no tomamos acciones.
Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, escribió:
No es suficiente rezar diligentemente para recibir guía, sino que esta oración debe ser seguida por una meditación sobre los mejores métodos de acción, y luego seguida por la acción misma. Si la acción no produce inmediatamente frutos, o si quizás no es enteramente correcta, esto no importa demasiado, porque las oraciones solo pueden ser contestadas por medio de la acción, y si alguna acción fuera incorrecta Dios puede utilizar este método para enseñar el camino correcto.
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No podremos recibir confirmaciones sobre nuestras decisiones hasta que no actuemos. Actuar no es solo llevar a cabo la guía tal y como la entendemos; sino que también es una forma de ajustar nuestra mentalidad para dirigirnos hacia la voluntad de Dios. Los escritos bahá’ís explican por qué es importante este proceso de alineación, diciendo:
Lo que es auténticamente espiritual debe iluminar el camino hacia Dios y debe desembocar en obras. No podemos dar crédito al llamamiento a ser espirituales si no hay resultados. El espíritu es la realidad, y cuando el espíritu de cada uno de nosotros busca unirse a la Gran Realidad, debe a su vez dar vida.
La espiritualización significa seguir la guía divina para entrar en esa realidad espiritual. ¿Cómo podemos acelerar el proceso de aprendizaje?
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió:
Cuando un buscador verdadero decide dar el paso de la búsqueda por el camino que lleva al conocimiento del Antiguo de los Días, debe antes que nada purificar su corazón… Debe limpiar su corazón tanto que no quede en él ningún vestigio de amor ni odio; no sea que ese amor le incline ciegamente al error o ese odio le aleje de la verdad.
Cuando servimos a los que nos rodean, Dios nos guía para que veamos las señales de su obra e identifiquemos aquello de lo que debemos desprendernos. Por eso, a menudo experimentamos muchas pruebas y dificultades cuando queremos servir. A menudo no podemos controlar las condiciones en las que estamos llamados a servir.
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Una vez ayudé a un amigo herido durante un largo proceso de recuperación. Tenía muchas necesidades específicas, para las que yo estaba preparada, pero también luchaba contra la ira y las disputas familiares, lo que hacía el proceso mucho más difícil.
Aprendí que era más útil cuando servía con amor desinteresado, aprendiendo de mis acciones para ver lo que más beneficiaba a mi amigo. En este proceso, obtuve una visión más profunda de mi mente y mi corazón, y también comprendí las enseñanzas divinas más profundamente que antes.
Aunque nos enfrentemos a situaciones que no nos gustan en el servicio, no podemos dejar que eso nos disuada. Dios proporciona oportunidades en función de nuestra capacidad.
Servir a los demás es realmente una bendición de Dios. Traducimos nuestras creencias en acción, vemos más las señales de Dios, comprendemos más las verdades del mundo que nos rodea y vivimos más espiritualmente.
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