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Las opiniones y puntos de vista expresados en este artículo pertenecen al autor únicamente, y no necesariamente reflejan la opinión de BahaiTeachings.org o de alguna institución de la Fe Bahá'í. El sitio web oficial de la Fe Bahá’í es Bahai.org y el sitio web oficial de los bahá’ís de los Estados Unidos es Bahai.us.
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Justicia

Considerando los prejuicios de clase y aboliéndolos

Zarrín Caldwell | Sep 22, 2022

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Zarrín Caldwell | Sep 22, 2022

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De niña me consideraba de «clase media», aunque viví en una casa rodante durante algunos años. Aun así, tenía un techo y comida en la mesa y, afortunadamente, aprendí los valores de la disciplina fiscal.

Más adelante, tuve la oportunidad de obtener una educación universitaria, aunque no en ninguna escuela de élite, pero me esforcé mucho. El matrimonio probablemente me situó en la categoría de «clase media alta», aunque, con una fuerte ética de trabajo, siempre he contribuido con mi parte. 

Tal vez parte de donde me encuentro hoy se deba al esfuerzo, o tal vez más a las circunstancias fortuitas. Ha habido momentos buenos y malos. En cualquier caso, ninguno de nosotros sabe por qué nos tocó la vida que nos tocó, ni dónde podemos terminar.

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Bahá’u’lláh, escribiendo en su libro de aforismos místicos Las Palabras Ocultas, dijo:

No te inquietes en la pobreza ni te confíes en la riqueza, pues la pobreza es seguida por la riqueza y la riqueza es seguida por la pobreza.

Comparto mi historia personal a raíz de mi reciente reflexión sobre el «clasismo», definido como «el prejuicio contra, o a favor de, las personas que pertenecen a una determinada clase social». Desgraciadamente, todos somos testigos de un aumento de los ataques contra quienes son etiquetados como «élites» o «clases dominantes» de la sociedad, pero a menudo no hay una definición de lo que eso significa, independientemente de lo que cualquier persona individual haya contribuido o no al mundo. Por supuesto, a veces hay corrupción entre este grupo llamado «élite», pero, por otro lado, la historia también ofrece algunos capítulos oscuros sobre la violencia y el odio que surgieron de este prejuicio.

Señalando los esfuerzos especiales que se necesitan en nombre de la equidad para todas las minorías, Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í durante algo más de 35 años, hizo un llamamiento a los bahá’ís para que alcanzaran un alto estándar a este respecto:

…cada diferenciación de clase, credo o color debe ser automáticamente borrado y nunca debe permitírsele que se reafirme bajo pretexto alguno, no importa cuán fuerte sea la presión de los eventos o de la opinión pública.

Nada de esto significa que debamos hacer la vista gorda ante las injusticias evidentes. Como han señalado otros artículos aquí en BahaiTeachings.org, la Fe bahá’í pone de relieve los problemas que plantean los extremos de la riqueza y la pobreza, y cree que solo pueden resolverse plenamente con soluciones espirituales.

El Informe sobre la Desigualdad en el Mundo de 2022 afirma que «el 10% más rico de la población mundial se lleva actualmente el 52% de la riqueza mundial, mientras que la mitad más pobre de la población gana el 8,5% de la misma. Ningún alma justa debería pensar que estas enormes brechas son aceptables: no lo son.

En una charla pronunciada en París a principios del siglo XX, Abdu’l-Bahá comentó sobre la injusticia: “la deplorable futilidad de la riqueza exagerada, así como la miserable, desmoralizante y degradante pobreza”.

De hecho, los bahá’ís trabajan activamente para que llegue el día en que se eliminen las grandes diferencias de riqueza y pobreza. Los escritos bahá’ís ofrecen un marco de principios que pueden ayudar a orientar este debate. Sin embargo, también reconocen que una sociedad totalmente «sin clases» no es realista y que las personas tienen capacidades inherentemente diferentes. En su libro Contestaciones a unas preguntas, por ejemplo, Abdu’l-Bahá dijo que la igualdad absoluta era insostenible:

… pues la igualdad completa en la riqueza, el poder, el comercio, la agricultura y la industria desembocaría en el caos y el desorden, alteraría los medios de vida de las personas, provocaría descontento universal y socavaría la gestión ordenada de los asuntos de la comunidad, de modo que la igualdad injustificada también está plagada de peligros. Así pues, es preferible que se logre cierto grado de moderación; y con moderación se quiere decir la promulgación de leyes y normas que impidan la injustificada concentración de riqueza en manos de unos pocos y satisfagan las necesidades básicas de la mayoría.

Para los que no estamos desarrollando leyes nacionales o internacionales, ¿qué significa esto a nivel práctico y personal? Tal vez signifique no precipitarse a juzgar a los ricos o a los pobres, y tener cuidado con nuestros prejuicios y nuestro lenguaje sobre la pobreza y la riqueza. ¿Es justo, por ejemplo, etiquetar a todos los gobernantes como «opresores» o «colonizadores»? Muchas personas realmente se dedican a estos campos para prestar un servicio público.

En esta misma línea, el otro día encontré un interesante y perspicaz pasaje del pionero psicólogo Carl Jung: «La condena no libera. Oprime. Yo soy el opresor de la persona que condeno. No su amigo y compañero de fatigas».

En definitiva, cualquier categoría o clase puede contener personas maravillosas. En este sentido, estoy preparando un curso de otoño en mi serie de Salones del Alma, y uno de los maestros espirituales que presentaré es Sa’di de Shiraz, un poeta persa de la época medieval. En una de sus obras más destacadas, llamada «El Gulistán», mantiene una larga discusión con un pobre derviche. Al principio, el derviche vilipendia a las clases acomodadas mientras Sa’di las defiende. Al final, aborda algunas de las cargas espirituales de la riqueza y señala que puede impedir que uno llegue al paraíso y, sin embargo, también alaba a los individuos ricos que son generosos y caritativos. Dice lo siguiente:

¿No ves que en un jardín hay tanto flores de almizcle como palos marchitos? Y también en la muchedumbre de los ricos hay hombres agradecidos e impíos, como también en el círculo de los derviches algunos son indulgentes y otros impacientes… El más grande de los hombres ricos es el que simpatiza con los derviches y el mejor de los derviches es el que mira poco a los hombres ricos. Quien confía en Alá, será su apoyo suficiente.

Bahá’u’lláh vuelve a tratar este tema también en sus escritos, cuando aconseja: “¡Oh vosotros, los ricos de la tierra! Si encontráis a alguien que es pobre, no le tratéis desdeñosamente. Reflexionad sobre aquello de lo que fuisteis creados. Cada uno de vosotros fue creado de un despreciable germen”.

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