Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En toda América del Norte, justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, se difundieron las enseñanzas bahá’ís sobre el establecimiento de la paz universal con un sistema democrático de gobierno mundial.
Aunque aproximándose a los 70 años de edad, Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh , el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, pasó casi un año dando cientos de presentaciones, a veces varias cada día, en las iglesias, sinagogas y otros espacios públicos y privados.
La extraordinaria historia de los esfuerzos de Abdu’l-Bahá por la paz está lejos de terminar, pero se han logrado enormes avances en el ámbito de la cooperación mundial, a pesar de contratiempos ocasionales.
Shoghi Effendi, quien sucedió a Abdu’l-Bahá como Guardián de la Fe Bahá’í, dirigió gran parte de sus escritos a la comunidad bahá’í de Norteamérica. A vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Shoghi Effendi escribió una serie de cartas que incluían observaciones sobre un tema crítico: el principio de participación justa y equitativa de todas las naciones:
El mundo se está contrayendo en un mismo vecindario. América, voluntaria o involuntariamente, debe enfrentar y lidiar con esta nueva situación. Para fines de seguridad nacional, sin siquiera mencionar cualquier motivo humanitario, ella debe asumir las obligaciones impuestas por este vecindario de nueva creación. Por paradójico que parezca, su única esperanza de liberarse de los peligros que la rodean es enredarse en esa misma red de asociaciones internacionales que la Mano de una Providencia inescrutable está tejiendo.
El consejo de ’Abdu’l-Bahá a un alto oficial de su gobierno: «Puedes servir a tu país en la mejor forma si te esfuerzas en tu capacidad como ciudadano del mundo, a ayudar en la aplicación eventual del principio del federalismo, fundamental en el gobierno de tu propio país, a las relaciones actualmente existentes entre los pueblos y naciones del mundo». – Shoghi Effendi, El Advenimiento de la Justicia Divina, pág. 84.
Todos los bahá’ís creen y trabajan por una futura sociedad que incluya un sistema federal mundial de carácter democrático y humanitario. Ese sistema naciente, descrito más detalladamente en muchos escritos bahá’ís como un elemento esencial de la paz y la prosperidad mundial, es la clave de un mundo libre de guerras y capaz de impartir justicia a todos sus habitantes. Esta democracia global, correctamente diseñada e implementada, atraerá a los mejores y más brillantes representantes de todos los países. El diseño general, primero enseñado por Bahá’u’lláh y presentado aquí por Abdu’l-Bahá, tiene una elegante simplicidad:
«…que las asambleas nacionales de cada país y nación – es decir, los parlamentos – deben elegir dos o tres personas que sean las más selectas de esa nación y estén bien informadas acerca de las leyes internacionales y las relaciones entre los gobiernos, y estén conscientes de las necesidades esenciales del mundo de la humanidad en este día». – Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 228.
Ciertos valores son esenciales para este futuro sistema de gobierno. Por ejemplo, Shoghi Effendi describió la necesidad de equilibrar la lealtad nacional patriótica con una lealtad global más amplia:
Lejos de apuntar a la subversión de las bases actuales de la sociedad, trata de ampliar su apoyo, de reestructurar sus instituciones en consonancia con las necesidades de un mundo en constante cambio…
No pasa por alto ni intenta suprimir la diversidad de orígenes étnicos, de climas, de historia, de idioma y de tradición, de pensamiento y costumbres que distinguen a los pueblos y naciones del mundo. Requiere una lealtad más amplia, una aspiración mayor que cualquiera de las que la raza humana ha sentido. Insiste en la subordinación de móviles e intereses nacionales a las imperativas exigencias de un mundo unificado. Repudia el centralismo excesivo por una parte y desaprueba todo intento de uniformidad por otra. Su consigna es la unidad en diversidad… – El Orden Mundial de Bahá’u’lláh, pág. 76.
El poder en la era de la paz mundial requerirá equilibrar la unidad con la diversidad, la independencia con la interdependencia, la competencia con la cooperación: armonizar el yin y el yang, hombres y mujeres, en un baile que requiere armonía y habilidad
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