Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
La oración es una condición profunda y poderosa que puede producir resultados extraordinarios. He sido testigo del papel que la oración desempeñó en la curación y recuperación física de mi padre, y aprendí cómo le dio a mi colega, Nasim, la fuerza y el empoderamiento que necesitaba para tomar acciones sobre su salud mental. Después de reflexionar sobre estas inspiradoras historias, me pregunté sobre la conexión entre la oración y los milagros.
En una carta escrita en 1935, Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, explicó que los milagros siempre son posibles. Él escribió:
La realización de milagros no es necesariamente algo irracional o ilógico. Esto de ninguna manera constituye una limitación de la Omnipotencia de Dios. La creencia en la posibilidad de milagros, por el contrario, implica que el poder de Dios está más allá de cualquier limitación. Por eso es lógico creer que el Creador, Quien es el único Autor de todas las leyes que gobiernan el universo, está por encima de ellas y puede, si lo juzga necesario, alterarlas a Su Propia Voluntad. Nosotros, como humanos, de ninguna manera podemos intentar leer Su mente, y captar completamente Su sabiduría. El misterio es, por lo tanto, una parte inseparable de la verdadera religión, y como tal debe ser reconocido por los creyentes.
Debido a que los bahá’ís creen en la armonía de la ciencia y la religión, entendemos que la gente puede ser curada de diferentes maneras. Abdu’l-Bahá, el intérprete autorizado de los escritos bahá’ís y el hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, explicó que algunas personas se curan «a través de píldoras, polvos y médicos» y «otros a través de la higiene, el ayuno y la oración».
«Estoy muy fascinada por cómo funciona la oración», dice K.Lynne Loving, una bahá’í que vive en el condado de York, Virginia. K.Lynne cree en la conexión entre las oraciones y los milagros después de ver a su madre recuperarse de un cáncer de colon a finales de los 90.
«Por un lado, en la cultura en la que vivimos, muchas veces se simplifica mucho, y se nos dice que le pides algo a Dios, y Dios te lo da o no», dice. «No estoy en desacuerdo con eso, pero creo que hay mucho más en la oración.»
Abdu’l-Bahá escribió que Bahá’u’lláh sufrió «infortunios y dificultades» para que “se produzcan milagros celestiales entre los hombres, para que la fe humana sea fortalecida y perfeccionada. Para que el precioso, inapreciable don de Dios – la mente humana – pueda desarrollarse hasta la plenitud de su capacidad en el templo del cuerpo; y para que el hombre pueda convertirse en el reflejo y semejanza de Dios, tal como ha sido revelado en la Biblia: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”.
Si la humanidad es creada a imagen del Creador, entonces, ¿qué dice eso sobre nuestro potencial y capacidad de realizar «milagros celestiales» en nuestras propias vidas?
«Cuando sacaron la foto del cáncer, se describió como masivo, más grande que un huevo grande», recuerda K.Lynne. Ambos padres suyos son bahá’ís, así que su madre aplicó el principio de la armonía de la ciencia y la religión a su diagnóstico de cáncer. Siguió la guía y las recomendaciones de tratamiento de su médico, y oró para que se curara. Toda su familia oró, y le pidieron a otras personas que también oraran por su curación.
K.Lynne dice que había «gente orando en todo el mundo» por la curación de su madre. Al mismo tiempo, su madre pasó un verano haciendo tratamiento de radiación antes de la cirugía. Durante esos meses, los hábitos de oración de sus padres cambiaron. Empezaron una rutina de recitar regularmente la Oración de Curación Larga, una de las oraciones más especiales que Bahá’u’lláh reveló para la curación. Una parte de ella dice:
Que protejas al portador de esta bendita Tabla, y a quien la recite, y a quien se cruce con ella, y a quien transite por los alrededores de la casa en que esté. Cura, pues, mediante ella a todo enfermo, doliente y pobre de cualquier tribulación y pesar, de toda aflicción y tristeza aborrecibles, y guía me-diante ella a quienquiera que desee entrar en las sendas de Tu guía y en los caminos de Tu clemencia y de Tu gracia.
Al final del verano, su madre fue a cirugía para remover el último pedazo de cáncer, y el cirujano no pudo encontrar ninguno.
K.Lynne dice que cuando el cirujano habló con su madre después de la cirugía, le dijo, «Si eres una persona de fe, esto es lo que llamaríamos un milagro». Y ahora han pasado casi 25 años, y ella nunca ha tenido una reaparición.
En 1912, durante una charla en Boston, Abdu’l-Bahá dijo que deberíamos reflexionar sobre los milagros que nos rodean, como los “misterios de la naturaleza explorados, fuerzas invisibles sacadas a la luz y dominadas – un verdadero mundo de maravillas de nuevos fenómenos y condiciones hasta ahora desconocidas para el hombre ahora está abierto para su uso y para futuras investigaciones”.
K.Lynne cree que la oración produce una fuerza poderosa. «Pienso en la energía de la oración, si la miras desde una perspectiva científica, sabemos que siempre estamos emitiendo energía como seres vivos», dice. «Así que, para mí, tiene sentido que cuando oras, estás emitiendo una fuerza curativa muy positiva al mundo… que puede ayudar a curar física, emocional y espiritualmente».
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De hecho, Bahá’u’lláh escribió : «Bendito es el sitio, y la casa, y el lugar, y la ciudad, y el corazón, y la montaña, y el refugio, y la cueva, y el valle, y la tierra, y el mar, y la isla y la pradera, donde se ha hecho mención de Dios y se ha glorificado Su alabanza».
Por supuesto, todos conocemos gente que ha sufrido enfermedades y ha orado, y ha hecho que sus seres queridos oren por ellos. A veces oramos y oramos, y el sufrimiento y las dificultades no terminan.
«No creo en absoluto que Dios «favorezca» o ame a los que están curados más que a los que no lo están», dice K.Lynne. Y dice que a menudo utiliza una metáfora para entender este concepto:
«Cuando un niño le dice a su madre: «Tengo hambre, ¿puedo comer algo?», la madre puede saber que una comida será servida en una o dos horas y por lo tanto rechaza la petición. Ella no está haciendo que el niño tenga hambre, aunque el niño puede sentir hambre y pensar que su petición ha sido denegada. ¿Acaso ella lo ama más si le da la merienda? Por supuesto que no.»
K.Lynne explica además, «No creo que podamos comprender la voluntad de Dios. No entendemos cómo las pruebas a las que nos enfrentamos nos ayudan a crecer espiritualmente, y de hecho cómo nuestras pruebas están ayudando a otros – quizás a las personas que cuidan de nosotros, a la familia o a los amigos – a crecer también».
Abdu’l-Bahá también escribió, “Las oraciones que han sido reveladas para implorar por la curación, son aplicables a la curación tanto física como espiritual. Recítalas, entonces, para curar tanto al alma como al cuerpo. Si la curación es beneficiosa para el paciente, ciertamente, le será concedida; pero para ciertas personas dolientes, la curación solo sería la causa de otros males y, por tanto, la sabiduría no permite una respuesta afirmativa a la oración”.
Pase lo que pase, K.Lynne dice, «Mientras medito y oro por la gente que amo, también se produce esa curación de mi espíritu».
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