Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Atrae a la gente? ¿Tiene, lo que algunos podrían llamar, una «personalidad magnética»? ¿O tiene dificultad para hacer y mantener amigos? ¿Alguna vez ha considerado que es – su carácter – lo que le hace agradable o desagradable? o quizás peor, alguien que solo está allí, alguien desconsiderado, ignorando.
Por supuesto, muchos rasgos nos hacen agradables. Nuestras características positivas, nuestras virtudes, nuestros atributos espirituales interiores contribuyen a nuestra simpatía. Si usted es feliz, cuando la gente lo ve sonreír, también sonríen. Cuando se ríe de alegría, quieren participar de esa alegría. Si usted es generoso, empático, un buen oyente, la gente buscará su compañía. Si saben que pueden contar con usted para obtener ayuda cuando sea necesario, se sentirán consolados.
Pero, si exhibimos algunas o incluso todas estas cualidades agradables, sin embargo, tenemos una lengua mordaz, si hablamos mal de los demás o criticar o murmurar, contrarresta todo lo demás. La gente, aunque no se dé cuenta de la fuente, desarrollará sentimientos negativos para aquellos que fueron menospreciados, así como hacia el que dijo las palabras hirientes – e incluso hacia ellos mismos – por haber escuchado. Después de un tiempo, empezarán a preguntarse qué puede estar diciendo sobre ellos. Se encontrarán distanciándose de usted y encontrarán excusas para evitar reunirse.
Bahá’u’lláh nos dice que “una lengua amable es el imán de los corazones de los hombres.” – Epístola al hijo del lobo, página 17
Un imán, literalmente, es una variedad de magnetita que posee polaridad magnética y atrae el hierro. La palabra ha llegado a ser usada para indicar «algo que atrae fuertemente».
En Salmos 15: 1 – 3, leemos:
Jehová, ¿quién a habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en tu santo monte? El que a anda en integridad, y hace justicia y habla verdad en su corazón. El que no a calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo ni contra su prójimo admite reproche.
Así que más que afectar nuestras relaciones con amigos y familiares, hablar mal de los demás afectará nuestra salud espiritual, nuestra relación con nuestro Creador. De hecho, Bahá’u’lláh advirtió que “la murmuración apaga la luz del corazón y extingue la vida del alma.” – Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, páginas 299-300
’Abdu’l-Bahá escribió que debemos evitar totalmente la murmuración, porque es:
«La peor cualidad humana y el pecado más grave…, especialmente si emana de la boca de los creyentes de Dios” – Citado en Luces de Guía página 167
Las enseñanzas bahá’ís nos piden que no calumniemos o murmuremos. También nos urgen a no escuchar a quienes lo hacen. Bahá’u’lláh nos insta a:
No escuches lo malo ni lo mires, no te degrades a ti mismo, ni suspires ni llores. No hables lo malo, para que no lo oigas decir a ti, y no agrandes las faltas de los demás para que tus propias faltas no parezcan grandes; y no desees la degradación de nadie, para que no se exponga tu propia degradación. Vive pues los días de tu vida, que son menos que un momento efímero, con tu mente limpia, tu corazón inmaculado, tus pensamientos puros y tu naturaleza santificada, para que libre y contento te desprendas de este cuerpo mortal, te dirijas al paraíso místico y habites en el reino eterno para siempre. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas, número 44 del persa.
Así que piense antes de hablar y considere si lo que va a decir encaja con el consejo dado en las escrituras. Si lo hace, entonces dígalo; Si no, detenga su lengua. Cuando adopte esta práctica verdaderamente espiritual, encontrará más y más personas que le apreciarán a usted y su amistad.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo