Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Tengo una amiga que tiene una hija de 9 años y la semana pasada volvió de la escuela llorando. «Mamá, mi profesora dice que el mundo se quedará sin agua en 2040. ¿Moriremos todos de sed?», preguntó.
Su hija, me dijo mi amiga, está aterrorizada, temiendo que todo su futuro haya quedado sentenciado.
Mi amiga, tras investigar científicamente la cuestión, se dio cuenta de que no podía tranquilizar a su hija diciéndole que todo iría bien, porque puede que no sea así.
Después de todo, la evidencia científica no parece prometedora.
Esa sombría sensación de terror que sienten ahora los niños y jóvenes de todo el mundo es real: una respuesta legítima a las graves amenazas que se ciernen sobre nuestro futuro humano colectivo.
En múltiples encuestas, incluida una reciente realizada entre 10.000 jóvenes de diez países, el 75% de los encuestados afirmaron que «el futuro es aterrador», y más de la mitad de todos los encuestados dijeron sentirse «tristes, ansiosos, enfadados, impotentes, desamparados y culpables» por el cambio climático.
La ansiedad sobre el futuro, e incluso sobre la existencia de los seres humanos como especie, se ha extendido por todo el planeta. Causada por la sobrecarga de información, el sesgo hacia las noticias negativas en nuestros medios de comunicación y, sí, el miedo basado en pruebas reales sobre los males sociales reales. Nuestras preocupaciones sobre el futuro se han convertido en paralizantes para algunas personas y en una enorme fuente de ansiedad para otras. Incluso hemos inventado un nombre para el comportamiento asociado a esa ansiedad: «doomscrolling».
Las enseñanzas bahá’ís reconocen y comprenden esa ansiedad y tienen mucho que decir sobre sus causas y sus remedios. Estas esperanzadoras enseñanzas nos aseguran que nuestro mundo y nuestra especie seguirán existiendo durante mucho, mucho tiempo. Abdu’l-Bahá dijo: «¡Elevad vuestros corazones más allá del presente y contemplad el futuro con fe!».
No obstante, todos podemos entender por qué tanta gente se siente tan desesperanzada: a veces, el mundo parece destinado al fracaso. No nos faltan cuestiones y problemas graves, muchos de ellos verdaderamente globales y aterradores. Esta acumulación de crisis abrumadoras ha llevado a muchas personas a dudar seriamente de las perspectivas de futuro de la humanidad, convenciéndolas de que la especie humana nunca conseguirá ponerse de acuerdo y hacer frente a nuestros problemas.
Los bahá’ís, en cambio, creen firmemente que un futuro mejor llegará inevitablemente. Las enseñanzas bahá’ís afirman una visión gloriosa pero realista de la eventual unidad y totalidad de la raza humana. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, prometió que, tras nuestro actual periodo de dificultades y conflictos, la humanidad tendrá un brillante destino:
La tierra entera se halla ahora en estado de gravidez. Se aproxima el día en que habrá entregado sus más nobles frutos, cuando en ella habrán crecido los árboles más altos, los más encantadores capullos, las bendiciones más celestiales.
Abdu’l-Bahá, hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, nos dio esta visión esperanzadora y alentadora del futuro en su libro Contestación a unas preguntas:
En este ciclo portentoso la tierra será transformada y la humanidad engalanada con tranquilidad y belleza. Las contiendas, disputas y matanzas cederán su puesto a la paz, la veracidad y la concordia. Entre las naciones, pueblos, razas y países se harán manifiestos el amor y la amistad. La colaboración y la unión echarán raíces, y la guerra será finalmente abolida… Los cinco continentes del globo formarán uno solo; las diversas naciones se convertirán en una sola; la superficie de la tierra llegará a ser un solo país, y la humanidad constituirá una única comunidad. Las relaciones entre los países, la asociación, unión y amistad de los pueblos serán de una naturaleza tal que la raza humana será como una familia de un mismo linaje. Resplandecerá la luz del amor celestial, y desaparecerá del mundo la oscuridad de la enemistad y del odio. La paz universal plantará su tienda en el centro de la tierra, y el Bendito Árbol de la Vida crecerá frondoso hasta abrazar con su sombra a Oriente y Occidente.
Por eso los bahá’ís tienen esperanza y la ofrecen al mundo.
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Sin embargo, desde la perspectiva bahá’í, nada de esto puede suceder inmediatamente. Hará falta una enorme cantidad de esfuerzo, trabajo y sacrificio. Puede que la humanidad tenga que pasar por grandes pruebas y tribulaciones antes de que gradualmente lleguemos a un estado más evolucionado de unidad y unicidad; y puede que nuestra generación e incluso las generaciones que nos sigan no sean plenamente testigos de los resultados emergentes. Pero, como dijo Abdu’l-Bahá en una charla que dio en la casa de William Jennings Bryan en Lincoln, Nebraska, en 1912, eso no es motivo de desilusión, pesimismo o cinismo:
Trabaja por amor a Dios y por el mejoramiento de la humanidad sin esperar alabanzas ni recompensas. Su Santidad Cristo no fue apreciado en vida. La magnitud de Su carácter y la sublimidad de Sus enseñanzas fueron debidamente reconocidas mucho después de Su crucifixión. El presente siempre carece de importancia, pero debemos hacer que nuestro presente esté tan lleno de actos poderosos y altruistas que asuma un peso significativo y una importancia trascendental en el futuro. [Traducción provisional de Oriana Vento]
En esta serie de artículos, examinaremos las razones por las que podemos asegurarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos que la humanidad tiene esperanza para todas sus generaciones futuras.
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