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Espiritualidad

Por qué el ayuno es como una limpieza primaveral para el alma

Cynthia Barnes-Slater | Mar 1, 2020

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Cynthia Barnes-Slater | Mar 1, 2020

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Cada primavera, mi cuerpo se prepara para el período anual de restricción que los bahá’ís alrededor de todo el mundo practican: el ayuno bahá’í.

Son 19 días, del 1 al 19 de marzo, de abstenerse de comer y beber, desde el amanecer hasta el atardecer. Este período brinda una oportunidad para la limpieza espiritual: para examinar los comportamientos, la forma en que «me presento» a la familia, amigos, compañeros de trabajo y al mundo, como un ser humano comprometido con la promoción de la unidad de la humanidad. Es un tiempo para la reflexión, la meditación, para crear motivaciones, para aprender y practicar virtudes, como la paciencia. El ayuno es como la limpieza primaveral de mi espacio vital.

El ayuno bahá’í se aplica sólo a los que gozan de buena salud entre 15 y 70 años. Es más largo que Yom Kippur, el período de ayuno anual de la Fe Judía, y aproximadamente la misma duración que la Cuaresma Cristiana o el Ramadán en el mundo musulmán. A lo largo de la historia religiosa, los seguidores de los Profetas Divinos que deseaban alcanzar una mayor fortaleza espiritual, participaban en la «mortificación de la carne» absteniéndose voluntariamente y periódicamente de consumir alimentos o bebidas.

Los escritos bahá’ís establecen que el ayuno anual:

[…] esencialmente un período de meditación y oración, de recuperación espiritual, durante el cual el creyente debe tratar de efectuar en su vida interior los reajustes necesarios, y refrescar y robustecer las fuerzas espirituales latentes en su alma. Su significado y propósito son, por tanto, fundamentalmente de carácter espiritual. El ayuno tiene carácter simbólico, y es un recordatorio de la abstinencia de deseos carnales y egoístas. – Shoghi Effendi, citado en El Kitab-i-Agdas, pág. 221.

El ayuno es una disciplina que he seguido cada año desde que me uní a la Fe Bahá’í, con excepciones durante enfermedad, viajes, maternidad y lactancia. Para mí, esta práctica autoimpuesta de no pensar en comida y bebida durante aproximadamente 12 horas durante 19 días es una bendición anticipada. El ayuno me da la oportunidad de «abstenerme» en una tierra de abundancia.

En la actualidad, nuestra sociedad americana atraviesa una grave crisis, estamos viviendo en tiempos que ponen a prueba nuestros espíritus: «el mundo está empapado en lágrimas», según los escritos bahá’ís, debido a su desunión y a sus extremos de riqueza y pobreza.

Cuando leo las noticias me siento abrumada con historias sobre el odio, la violencia y la injusticia humanas, la falta de vivienda, la desigualdad y la degradación. Los escritos bahá’ís afirman que el ser humano es esencialmente noble y que la humanidad tiene la capacidad de elevar a toda alma de la miseria del materialismo y el consumismo. Ayunar una vez al año, abstenerme voluntariamente de comer y beber porque puedo y no porque tengo que hacerlo, me permite ser humilde, ser probada, refinar y calibrar mi fe para renovar mis esfuerzos diarios hacia el servicio a la humanidad.

El ayuno es un acto de adoración, una súplica por fuerza, inspiración y voluntad de actuar de manera que contribuya al progreso de la humanidad en lugar de su destrucción. Los escritos bahá’ís también afirman que: «la oración obligatoria y el ayuno despiertan y hacen consciente al ser humano y conducen a su protección y resguardo contra las pruebas«. -Abdu’l-Bahá, Compilación sobre la importancia de la oración obligatoria y el ayuno, pág. 6.

Por lo tanto, el ayuno es una acción que infunde a mi vida de gratitud y humildad por mis condiciones. Privarme voluntariamente de comida y bebida cada año es una forma de recordar que «solo por la gracia de Dios voy».

Hay millones de personas en esta tierra que no están seguras de cuándo volverán a tener su próxima comida. El ayuno refuerza mi dependencia de la voluntad de Dios para mis necesidades diarias. Como me recuerdan los escritos bahá’ís: «Oh mi Señor, he encomendado mi espíritu y todo mi ser a la diestra de Tu poder y Tu protección, y pongo mi cabeza sobre la almohada por medio de Tu poder y la levanto de acuerdo con Tu voluntad y Tu complacencia». Cada año, este período de restricción es una manera de profundizar mi conexión espiritual con el Creador: es una bendición… que conduce a la salud emocional, mental y espiritual.

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