Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Por qué hay tantos refugiados en el mundo? En 2023, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirmó que 110 millones de personas se encuentran desplazadas forzosamente en todo el mundo, lo que supone la cifra más alta jamás registrada.
Imagínatelo, si puedes: más de cien millones de niños, mujeres, hombres y ancianos están desplazándose en este mismo momento.
Escapan de la opresión, la persecución religiosa, la pobreza, las guerras civiles e invasoras, el terrorismo, la falta de oportunidades, el desempleo y la delincuencia. Cientos de millones más se ganan la vida a duras penas en campamentos de tiendas de campaña o en nuestras calles, buscando asilo donde puedan.
Sin embargo, pregonamos la libertad como un derecho humano básico.
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Por supuesto, organismos como las Naciones Unidas, y también muchos países a título individual, prestan servicios humanitarios para aliviar los problemas que pueden. Personas nobles y buenas organizaciones intentan ayudar, pero la magnitud del problema desborda nuestros recursos y cada día surgen nuevas crisis. No parece existir una solución milagrosa. El número de refugiados sigue aumentando. Ni siquiera el paso del tiempo puede resolver un problema tan masivo y en continuo empeoramiento, y eso conduce a la muerte de la esperanza.
Las enseñanzas bahá’ís dicen que estos problemas no se resolverán mientras la humanidad siga ignorando la raíz de los mismos. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, atribuyó el origen de estos problemas a un orden internacional «lamentablemente defectuoso»: «Ya pueden percibirse las señales de inminentes convulsiones y caos, por cuanto el orden reinante resulta ser lamentablemente defectuoso».
En un telegrama de 1939, mientras Hitler preparaba a sus ejércitos antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í, escribió a los bahá’ís americanos: FRESCOS ESTRUENDOS OMINOSOS DEMUESTRAN INEVITABILIDAD PRESAGIAN APROXIMACIÓN ERUPCIÓN FINAL QUE IMPLICA DISOLUCIÓN LAMENTABLEMENTE DEFECTUOSO ORDEN INTERNACIONAL.
La humanidad ha hecho mucho por mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de algunos países y lugares desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero aún queda mucho por hacer. Las buenas obras dependen del gobierno y de leyes justas, de una religiosidad y espiritualidad sanas, y de usos de la tecnología que mejoren la vida de las personas y aumenten la cooperación y el compartir. Pero demasiados de nosotros estamos desesperados, especialmente los cientos de millones de refugiados que vagan ahora por la faz de la Tierra en busca de un lugar seguro. Vivamos donde vivamos, tres cosas que todos deseamos desesperadamente – certeza, seguridad y estabilidad – son difíciles de conseguir hoy en día, porque el mundo se encuentra en un estado de desorden masivo.
Las enseñanzas bahá’ís afirman con rotundidad que la humanidad necesita ahora un orden internacional unificado, pacífico y funcional que sustituya al desordenado, caótico y violento en el que vivimos. En 1985, el órgano de gobierno mundial democráticamente elegido de los bahá’ís del mundo, la Casa Universal de Justicia, escribió:
Desde el punto de vista bahá’í, el reconocimiento de la unicidad de la humanidad «exige nada menos que la reconstrucción y la desmilitarización de todo el mundo civilizado, un mundo orgánicamente unificado en todos los aspectos esenciales de su vida, su maquinaria política, su aspiración espiritual, su comercio y sus finanzas, su escritura y su lengua, y sin embargo infinito en la diversidad de las características nacionales de sus unidades federadas.» [Traducción provisional de Oriana Vento].
Esta unificación gradual está en marcha, lenta pero segura. Hace un siglo, tras la terrible matanza y destrucción de la Primera Guerra Mundial, algunos países formaron la Sociedad de Naciones para evitar tragedias similares. Cuando ese esfuerzo inicial no funcionó, después de la Segunda Guerra Mundial más países formaron las Naciones Unidas. Durante los últimos tres cuartos de siglo, la ONU ha ayudado a evitar muchas guerras potenciales, pero también se ha mostrado incapaz de unificar a las naciones del mundo y detener todos los brotes violentos, invasiones y violaciones de los derechos humanos.
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El nacionalismo rampante representa una barrera importante para la unidad mundial, como también escribió la Casa Universal de Justicia:
El nacionalismo desenfrenado, a diferencia de un patriotismo sano y legítimo, debe dar paso a una lealtad más amplia, al amor a la humanidad en su conjunto. La declaración de Bahá’u’lláh es: «La tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos». El concepto de ciudadanía mundial es un resultado directo de la reducción del mundo en un único vecindario gracias a los avances científicos y de la indiscutible interdependencia de las naciones. [Traducción provisional de Oriana Vento].
La política divisiva, improductiva e interesada constituye otra barrera, que sólo proporciona una gobernanza inadecuada y deficiente.
El orden administrativo bahá’í ofrece una alternativa. Es democrático, global y funcional a todos los niveles: local, nacional e internacional. Une a diversos grupos de personas en lugar de dividirlos. Proporciona un modelo de sistema de gobierno no partidista y apolítico que acaba con el nacionalismo díscolo que conduce a la guerra y al desplazamiento.
Las enseñanzas bahá’ís afirman claramente que hasta que no asumamos la realidad de la ciudadanía global, la búsqueda de la paz, la libertad, la estabilidad y una vida segura para todos los pueblos del mundo no tendrá éxito. Por el contrario, debemos reconocer nuestra humanidad común, empezar a trascender barreras, fronteras y límites, y trabajar juntos para encontrar soluciones transnacionales a nuestros problemas comunes.
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