El primer principio bahá’í: la investigación independiente de la realidad

En el corazón de la fe bahá’í, un principio fundamental invita a los individuos a embarcarse en un viaje personal de exploración y comprensión: la investigación independiente de la realidad.

Este principio primordial bahá’í anima a cada buscador a emprender una búsqueda reflexiva y con criterio de la verdad espiritual.

En circunstancias dramáticas, como pastor cristiano en Rusia, antes de hacerme bahá’í, llegué a la plena comprensión del grado en que cada uno de nosotros estamos convencidos de nuestra verdad, de que tenemos las respuestas. Sin embargo, en aquella época seguía pensando que no solo tenía más «razón» que los demás, sino que también estaba menos «equivocado» que los demás.

Esta es la naturaleza perniciosa de la creencia en la propia «certeza»: puede cegarnos.

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Aunque sabía que Jesús me llamaba a arrepentirme de esta actitud, a crucificar mi ego, al aceptar esa verdad, simultáneamente sucumbía a la creencia de que entendía las enseñanzas de Jesús mejor que los demás y aplicaba rígidamente las frecuentes admoniciones bíblicas de «aferrarme» a las enseñanzas tal como yo las había entendido.

Esto suele ser cierto, en distintos grados y con variaciones matizadas, para todas las religiones e ideologías y todos sus seguidores. Éste es uno de los aspectos de la universalidad de la fe bahá’í. Los bahá’ís no tienen clero y hacer proselitismo va literalmente en contra de las enseñanzas bahá’ís. Como bahá’í, no intento obligar a los demás a ver las cosas a través de mis ojos. En cambio, a este respecto, se invita a los bahá’ís a seguir el ejemplo de Abdu’l-Bahá, el hijo y sucesor del profeta y fundador de la fe bahá’í, Bahá’u’lláh.

Estos pasajes de Abdu’l-Bahá, extraídos de una serie de conferencias que pronunció en París a principios del siglo XX, exponen este punto:

Si cada uno cree que su religión particular es la única verdadera, cegará sus ojos a la verdad de las demás. Si, por ejemplo, un judío está atado a las prácticas externas de la religión de Israel, se está negando a descubrir la verdad que puede existir en otra religión; ¡todo debe estar contenido en la suya! …

Si se unieran cinco personas para buscar la verdad, deberían comenzar por librarse de sus propias condiciones particulares y renunciar a todas las ideas preconcebidas. Para poder encontrar la verdad tenemos que abandonar todos nuestros prejuicios, nuestras nociones triviales; una mente abierta y receptiva es esencial. Si nuestro cáliz está lleno de egoísmo, no hay lugar en él para el Agua de Vida. El hecho de pensar que tenemos razón y que todos los demás están equivocados es el mayor de todos los obstáculos en el camino hacia la unidad, y la unidad es esencial si queremos alcanzar la verdad, pues la verdad es una.

Este importante principio de investigación independiente es la clave para crecer en nuestra comprensión de las verdades espirituales, porque cada uno de nosotros debe entender la verdad a su manera, en nuestros propios términos, de forma que resuene en nosotros. 

Esta sutil diferencia con el énfasis actual en las verdades individuales, «mi verdad», es en realidad lo contrario de insistir en la propia interpretación subjetiva. Desplaza el foco de atención hacia una realidad objetiva y externa, al tiempo que nos permite aplicar nuestra propia conceptualización interna con independencia de la conceptualización que otros hagan de esa realidad.

A modo de ejemplo, es posible que haya oído hablar de la caverna de Platón. He actualizado su analogía para concebir que cada uno de nosotros vive en su propio universo paralelo. Pero para hacerlo accesible e incluso cómico, imaginemos que cada uno de nosotros vive dentro de su propia cebolla, cubierta por muchas capas de cebolla. Desde dentro, es imposible pelar las capas exteriores que nos impiden ver el mundo tal como es. Desde dentro de esa cebolla, solo podemos entender la realidad objetiva desde nuestro propio lenguaje, lo que da lugar a una visión nublada del mundo.

El principio de investigación independiente acepta esta realidad y señala el camino a seguir. Invita a los individuos a utilizar su intelecto, razonamiento y capacidad espiritual innata para discernir las verdades de la religión en un debate amoroso, de aceptación, abierto, no conflictivo y no antagónico con quienes creen de forma diferente. Tales debates nos animarán a todos a permitir que nuestra conciencia individualizada se encuentre con la conciencia a una escala mayor, cambiando así simultáneamente nuestras concepciones y creando un nuevo tipo de realidad compartida.

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El libro de la certeza

Bahá’u’lláh afirmó que la imitación ciega de las creencias ancestrales es inadecuada en la búsqueda de la verdad, instando a los individuos a buscar el conocimiento con una mente abierta y un corazón sincero:

Mas, oh mi hermano, cuando un buscador verdadero decide dar el paso de la búsqueda por el camino que lleva al conocimiento del Antiguo de los Días, debe, antes que nada, limpiar y purificar su corazón, que es la sede de la revelación de los misterios interiores de Dios, del polvo ofuscador de todo conocimiento adquirido y de las insinuaciones de las personificaciones de la fantasía satánica.

Este pasaje de los escritos bahá’ís subraya el reto que supone el conocimiento previo en el viaje espiritual. Al principio de mi viaje me habían enseñado la analogía de que si quieres llenar un vaso de agua, tienes que dejar que salga el aire. Se nos podrían ocurrir muchos ejemplos de cómo creencias preexistentes pueden haber entrado en nuestra conciencia, aunque no sean más que «aire caliente». Un ejemplo bíblico de esto es cómo la serpiente en Génesis 3:1, tal como aparece en la Nueva Versión King James, plantó una idea incorrecta en la conciencia de Eva:

La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios había creado. Y dijo a la mujer: «¿Acaso ha dicho Dios: ’No comerás de todos los árboles del jardín’?».

En su Libro de la Certeza, Bahá’u’lláh describió la investigación independiente de la verdad como un viaje que comienza con el reconocimiento de lo divino y culmina con la adhesión a la guía divina:

Nos incumbe, por tanto, hacer el mayor esfuerzo para que, con la invisible ayuda de Dios, esos velos oscuros, esas nubes de pruebas enviadas del Cielo, no nos impidan ver la belleza de Su luminoso Semblante y para que podamos reconocerle sólo en virtud de Su propio Ser.

Asimismo, Bahá’u’lláh destacó que la fuente de la guía divina eran los mensajeros de Dios, llamados manifestaciones en los escritos bahá’ís. Bahá’u’lláh dijo, refiriéndose a esas manifestaciones de Dios: «Pues todos y cada uno de ellos llaman a las gentes de la tierra a reconocer la unidad de Dios, y les anuncian… infinita gracia y munificencia».

El principio bahá’í de la investigación independiente de la verdad invita a los individuos a embarcarse en un viaje personal y transformador en el reino del espíritu. Este principio no solo anima a todos a buscar el conocimiento, sino que también nos pide cultivar virtudes y atributos interiores que conduzcan a una comprensión más profunda de las verdades espirituales, aplicando el compromiso espiritual en pos de la coherencia intelectual.