¿Qué hacer cuándo estás evaluando una nueva fe?

Unos días atrás fui a visitar a unos amigos y de casualidad conocí a una maravillosa alma, un verdadero buscador espiritual y, quien lo hubiera imaginado, un entusiasta lector de BahaiTeachings.org.

Esto no ocurre siempre. La vida del escritor, deben haberlo escuchado antes, es una vida solitaria. Los escritores tendemos a estar sentados frente a una pantalla todo el día, llenos de temor y de inseguridad, exprimiendo nuestro cerebro en búsqueda de nuevas ideas, pescando en el océano de la creatividad y muchas veces saliendo de él con las manos vacías, desalentados por lo que desconocemos, burlados por el parpadeante cursor y obsesionados por el pasar de los minutos en ese pequeño reloj digital en la esquina inferior derecha de la pantalla. Con fortuna y si la musa viene a nosotros, escribimos nuestros pensamientos más profundos con la esperanza de que tengan sentido y los enviamos como personas haciendo auto stop, huérfanos y solitarios al vasto mundo, sin saber si generarán alguna discusión, tendrán algún impacto o si alcanzarán a través del híper estelar ciberespacio el corazón, la mente o el alma de alguien

Lo podríamos comparar con intentar cocinar la comida más deliciosa, esclavizándonos frente a una cocina todo el día todos los días, pero sin saber si alguien la comió. O si a alguien le gustó.

La mayoría de creativos o artistas tienen la oportunidad de actuar o exhibir sus obras ante el público. Los músicos, actores, pintores, escultores, comediantes, todos ellos tienen alguna oportunidad de obtener respuesta inmediata y directa de las personas que son testigos de su creatividad. Los escritores no tienen muchas oportunidades.

¡Ah claro!, los escritores en ocasiones reciben retroalimentación. “Hay un error tipográfico en el cuarto párrafo”. “¿No debiera ser ‘él’ en vez de ‘quien’?” “¿No te parece que este ensayo mejorar si incluyera tal idea, investigación, hecho o cita?”  O mi favorita: “¿Se han vuelto locos?”

Pero no me malentiendan, este tipo de respuestas pueden ser de mucha ayuda. Como sabemos, siempre resulta interesante y esclarecedor que nuestros errores, debilidades y fallas sean expuestos, analizados y discutidos públicamente. ¿Qué puede resultar más divertido? Realmente queremos enterarnos sobre esos errores tipográficos; y sí, no queda duda de que definitivamente hemos perdido la cordura. Sé que dejé la mía en algún lugar por aquí…

Hablando en serio, nosotros los escritores recibimos de vez en cuando retroalimentación positiva. Las personas dicen cosas muy amables como “gracias por escribir esto” o “bien escrito” o “continúa con el buen trabajo”.  O, mejor aún, comentan sobre la verdadera sustancia de lo escrito, que tiende a ser lo más divertido y satisfactorio, pues es ahí donde uno puede tener un intercambio de ideas. A los escritores les encantan las ideas.  Esta es la razón por la cual somos escritores.

Pero raramente, nosotros, los modestos escribas, tenemos la oportunidad de tener una discusión atractiva, fascinante y cara a cara con un lector de la vida real.  Hace unos días tuve esa impensada y muy agradable sorpresa

La visitante de mis amigos (la llamaré Mary para proteger su privacidad) llegó para saludar, hablar sobre algo que acababa de leer en BahaiTeachings y para continuar su exploración, temporalmente interrumpida, de la Fe Bahá’í.

Cuando escuché a Mary ponerlo de esa manera, inmediatamente pensé en otro escritor, un poeta famoso llamado Gary Snyder.  En una ocasión escuché a Gary leer algo de su hermosa y conmovedora poesía en un evento de autores.  El aceptó responder preguntas luego de la lectura, otro ejemplo más de un autor que ocasionalmente gusta de cierta interacción con su público. Una de las personas le preguntó: “¿Cuándo empezó a escribir poesía?”

Gary le contestó con una pregunta: “¿Cuándo dejó de escribirla?”

Entonces, siguiendo la encantadora respuesta del poeta, que por supuesto asume que todos tenemos poesía en nuestras almas, le pregunté a la amiga de mi amiga: “¿Por qué dejaste de hacerlo

La pregunta dio lugar a un torrente de sentimientos, emociones y pensamientos, no solo de su parte sino de parte de todos nosotros. Rápidamente me enteré que la valerosa Mary había leído, el día anterior, algunos de los ensayos sobre la naturaleza de Dios en BahaiTeachings, y que la habían inspirado y asustado también. De hecho, le habían causado cierta ansiedad de la cual claramente deseaba hablar

Resulta que Mary había dejado de investigar la Fe bahá’í por un tiempo pues sentía temor de traicionar a Jesús, a su familia y a toda su cultura.

Ella explicó: “Provengo una familia latina grande. Por supuesto todos somos católicos. Desde que nacemos nos enseñan que nuestra religión es parte de lo que somos. Crecemos en ella. La aprendemos desde nuestra temprana niñez y aprendemos que si la dejamos sufriremos terriblemente durante toda la eternidad. Cuando empecé a conocer sobre Bahá’u’lláh y la Fe bahá’í todo me encantó. Las enseñanzas bahá’ís le hablaban directamente a mi alma. Creo en ello. Pero entonces me asusté y huí. Sentí una gran ansiedad, la siento en este momento mientras hablo de esto. Temo que al aceptar a Bahá’u’lláh y hacerme bahá’í no estaré a la altura de ella o sería una traidora del cristianismo. ¿Qué debo hacer?

Pude sentir la profunda emoción en el corazón de Mary mientras hablaba. Pude apreciar que el solo describir sus sentimientos espirituales más profundos la ponían al borde de las lágrimas.

Hablamos durante un rato y mantuvimos una fascinante conversación, llenos de ideas amplias, grandes conceptos y poderosos pensamientos. En esta serie de ensayos trataré de hacer justicia a algunas de las cosas que abordamos e intentaré responder las profundas y sentidas preguntas de Mary, que realmente nos desafían a todos a mirar dentro de nosotros y a examinar nuestras propias creencias. Como sugieren las enseñanzas bahá’ís trataré de apoyarme en la razón:

Además, sabed que Dios ha creado en el hombre el poder de la razón, que capacita al hombre para investigar la realidad. Dios no desea que el hombre imite ciegamente a sus padres y antepasados. Lo ha dotado con una mente o facultad de razonamiento y con ella ha de investigar y descubrir la verdad, y lo que encuentre real y verdadero debe aceptarlo. No debe ser un imitador o ciego seguidor de ninguna alma. No debe confiar en la opinión de ningún hombre sin cuestionar previamente. No. Cada alma debe buscar de modo inteligente e independiente para llegar a la conclusión real, obligado sólo por esa realidad. – ‘Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la paz universal, páginas 338-339