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¿Quién realmente crea nuestras leyes?

David Langness | Dic 12, 2020

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David Langness | Dic 12, 2020

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Si lees, escuchas o ves cualquier medio de comunicación para recibir noticias, probablemente hayas notado más cobertura últimamente sobre un concepto llamado «el estado de derecho», y cómo este es diametralmente opuesto a la tiranía.

Pero, ¿qué significa realmente el estado de derecho? Aquí hay una definición, del Diccionario de Inglés de Oxford:

La autoridad e influencia de la ley en la sociedad, especialmente cuando se considera como una limitación del comportamiento individual e institucional; (de ahí que) el principio por el cual todos los miembros de una sociedad (incluidos los del gobierno) se consideran igualmente sujetos a los códigos y procesos legales divulgados públicamente.

Todos entendemos la idea central, que ciertamente parece simple: el lugar donde vivimos tiene un conjunto de leyes escritas en algún lugar, y si las quebramos nos arriesgamos a las consecuencias. No hay ninguna falta de claridad al respecto.

Pero, ¿dónde se origina realmente el estado de derecho, y el cuerpo de leyes que nos rige? ¿Cómo es que una legislatura, un consejo municipal, un parlamento, una cultura, crea sus leyes para empezar? Si una nación opera mediante el estado de derecho, ¿quién decide qué leyes se aplican y cuáles no, o quién determina las sanciones cuando la gente infringe esas leyes?

Lo más importante, ¿las sociedades gobernadas por el estado de derecho necesariamente imparten justicia?

Muchos de nuestros asuntos y problemas modernos giran en torno a estas cuestiones cruciales de la ley y la justicia. Esas preguntas obviamente importantes dominan y apuntalan gran parte del discurso de la sociedad contemporánea, y las enseñanzas bahá’ís ofrecen respuestas interesantes y únicas. En esta serie de artículos, examinaremos esas preguntas, trataremos de aplicar parte de la sabiduría encontrada en los escritos bahá’ís sobre estos importantes temas, y veremos si podemos obtener un sentido de la relación entre el estado de derecho y la justicia real en el mundo de hoy.

El propósito de la justicia es hacer surgir la unidad entre los hombres.

A lo largo del camino, exploraremos si podemos imaginar un futuro estado de la sociedad donde la ley y la justicia signifiquen lo mismo y, como escribió Bahá’u’lláh, donde la justicia logre la unidad:

La luz de los hombres es la Justicia. No la extingáis con los vientos contrarios de la opresión y la tiranía. El propósito de la justicia es hacer surgir la unidad entre los hombres.

Así que vamos a sumergirnos: ¿De dónde saca la sociedad humana sus leyes? Respuesta: nosotros los humanos tenemos básicamente cuatro tipos de sistemas legales – llamados civil, común, religioso o estatutario:

El derecho civil es usualmente codificado en una Constitución o un conjunto de estatutos aprobados por un cuerpo legislativo. El primero de estos códigos vino de Babilonia alrededor del 2000 AC, y fue llamado el Código de Hammurabi.

El derecho común surge de la suma total de las decisiones y precedentes hechos por los jueces en un sistema judicial.

La ley religiosa codifica las enseñanzas éticas y morales de la religión – como en la ley hindú, el sistema legal judío Halakha, el derecho canónico cristiano o los códigos islámicos de la sharia.

La ley estatutaria es un conjunto escrito de leyes y directrices legales, normalmente ratificadas por un cuerpo de funcionarios. Los pueblos, ciudades y estados a menudo tienen su propio código de estatutos.

Bahá’u’lláh, el fundador de la fe bahá’í, escribió en su libro Epístola al Hijo del Lobo que cada uno de estos sistemas legales escritos, sin importar cómo surgieron, se originaron inicialmente en las enseñanzas de la religión:

Estos principios y leyes, estos sistemas poderosos y firmemente establecidos han procedido de una sola Fuente y son los rayos de una misma Luz. El que difieran unos de otros debe ser atribuido a los variables requerimientos de los tiempos en que fueron promulgados.

Abdu’l-Bahá hizo un comentario similar en una charla que dio en Boston en 1912:

Los Profetas de Dios han fundado las leyes de la civilización divina. Ellos han sido la raíz y la fuente básica de todo conocimiento.

Cuando se mira a nuestros sistemas legales desde esta perspectiva, se puede ver fácilmente la influencia de los profetas y sus enseñanzas. La preponderancia de nuestras leyes civiles y penales seculares – los eruditos legales de todas las culturas lo dirán – a menudo tienen sus orígenes históricos en las enseñanzas morales y espirituales de la religión.

Lo cual tiene sentido, porque es una de las principales cosas que hace una verdadera religión. Cuando los profetas y fundadores de las grandes religiones del mundo aparecen, cada uno de ellos revela un conjunto de directrices morales y leyes espirituales, en esencia, un código de conducta humana ética, justa y compasiva, y lo enseñan a sus seguidores. A medida que las revelaciones religiosas crecen y se difunden sus enseñanzas morales y éticas y sus leyes, muchos de esos principios se abren camino en el estado de derecho y en los sistemas legales de los gobiernos.

Los Diez Mandamientos del judaísmo, son sólo un ejemplo entre muchos otros, que han servido de base para las leyes civiles y penales de muchas culturas y sociedades, y todavía lo hacen hoy en día.

Esas poderosas leyes religiosas originales -los Diez Mandamientos; las leyes de amor y hermandad de Cristo; los Edictos de Ashoka en la ley budista; las leyes que Mahoma dio a sus seguidores; la ley espiritual universal llamada la Regla de Oro que se encuentra en todas las religiones– han generado o contribuido a los sistemas legales civiles, comunes y estatutarios, los cuales todavía siguen las prescripciones de vida establecidas originalmente por los fundadores de las grandes religiones. En una tabla incluida en Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, el fundador de la fe bahá’í escribió que la fuente de la verdadera justicia fluye del manantial de las ordenanzas prescritas por los profetas y fundadores de la religión:

Sabed, ciertamente, que la esencia de la justicia y su fuente están incorporadas en las ordenanzas prescritas por Aquel quien es la Manifestación de la Persona de Dios entre los hombres, si sois de aquellos que reconocen esta verdad. Él, por cierto, encarna la altísima, la infalible norma de justicia para toda la creación.

Por supuesto, la influencia religiosa en las leyes de una sociedad moderna, especialmente en las sociedades multiculturales y políglotas con personas que practican muchos sistemas de creencias diferentes o ninguno, puede suscitar cuestiones espinosas. Por esa razón y por varias otras, los historiadores nos dicen que la humanidad no comenzó a implementar un estado de derecho más secular sino hasta los siglos XVIII y XIX, porque antes de esa época la mayoría de las sociedades se basaban en un único sistema de creencias dominante y en un conjunto de leyes generalmente aceptadas que procedían de una religión primaria. Sólo después de que varias culturas y países comenzaron a migrar, diversificarse y mezclarse, la necesidad de un estado de derecho democrático se hizo evidente en la civilización humana.

Entonces, ¿cómo tratan las enseñanzas bahá’ís la cuestión del estado de derecho? ¿Se adhieren los bahá’ís a las leyes y principios de su Fe, o a las leyes y principios de sus países? ¿Apoya la Fe bahá’í el concepto moderno del estado de derecho, o aboga por un enfoque más basado en la fe? ¿Qué hay de las leyes de otras religiones? En el próximo artículo de esta serie, examinaremos esas preguntas críticas.

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