Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
PREGUNTA: ¿Qué hay de cierto en la historia según la cual Adán comió el fruto del árbol?
En la Biblia está escrito que Dios colocó a Adán en el Jardín del Edén para que lo cultivara y cuidara, y le dijo: «De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia de bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás». (1) El relato prosigue diciendo que Dios hizo dormir a Adán, y tomando una de sus costillas, creó a la mujer para que ella fuera su compañera. A continuación, dice que la serpiente indujo a la mujer a comer del árbol, diciéndole: «Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, sabiendo el bien y el mal». (2) Entonces Eva comió del árbol y le dio a Adán, y Él también comió; los ojos de ambos se abrieron, se dieron cuenta de su desnudez, y cubrieron sus cuerpos con hojas. Como consecuencia de ese acto, recibieron los reproches de Dios. Dios dijo a Adán: «¿Has comido del árbol prohibido?» y Adán respondió: «Eva me tentó y yo comí». Dios entonces reprendió a Eva, quien a su vez dijo: «La serpiente me tentó y yo comí». Por ello, la serpiente fue declarada maldita, y la enemistad quedó establecida entre la serpiente y Eva, y entre sus descendientes. Y Dios dijo: «El hombre es como Nosotros. Puesto que sabe del bien y del mal, quizá comerá del árbol de la vida y vivirá para siempre». Por lo cual Dios resguardó al árbol de la vida. (3)
Si interpretásemos el episodio literalmente, de acuerdo con el significado externo que es corriente entre el vulgo, la historia resultaría de lo más extraordinario. La inteligencia no puede aceptarla, ni afirmarla, ni imaginarla, pues tales disposiciones, tales detalles, tales conversaciones y reproches lejos están de ser los de un hombre inteligente, cuanto menos los de la Deidad, esa misma Deidad que ha organizado este universo infinito de manera tan perfecta, así como sus innumerables habitantes, con sistema, poder y perfección absolutos.
Debemos reflexionar un poco: si el significado literal de la historia fuera atribuido a un hombre sabio, ciertamente todos negarían con fundamento que semejante ficción e invención pudiera provenir de un ser inteligente. Por tanto, el relato sobre el acto de comer del árbol y la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, debe ser considerado como un conjunto de alusiones simbólicas donde están contenidos misterios divinos y significados universales susceptibles de maravillosas interpretaciones. Sólo los iniciados en los misterios y los allegados a la Corte del Todopoderoso, están enterados de dichos misterios. Por tanto, estos versículos de la Biblia poseen numerosos significados.
Explicaremos uno de ellos, a saber: Adán significa el espíritu celestial de Adán, y Eva su alma humana. En algunos pasajes de los Libros Sagrados donde se hace mención de mujeres, éstas representan el alma del hombre. El árbol del bien y del mal significa el mundo humano; pues el mundo espiritual y divino es enteramente bueno y absolutamente luminoso, pero en el mundo humano, la luz y la oscuridad, el bien y el mal, existen como condiciones opuestas.
El significado de la serpiente es el apego al mundo humano. Dicho apego del espíritu llevó al alma y espíritu de Adán desde el dominio de la libertad al dominio de la esclavitud, haciendo que éste se volviera del Reino de la Unidad al mundo humano. Cuando el alma y el espíritu de Adán entraron en el mundo humano, Adán salió del paraíso de la libertad para caer dentro del mundo de esclavitud. Venía de las alturas de pureza y bondad absolutas, y entró en el mundo del bien y del mal.
El árbol de la vida representa el más alto grado del mundo de la existencia. Es la estación de la Palabra de Dios y de la suprema Manifestación. Esa estación, por consiguiente, ha estado vedada; y sólo se volvería clara y diáfana con la aparición de la más noble Manifestación Suprema. Pues la estación de Adán, en cuanto a la exteriorización de las perfecciones divinas, se encontraba en estado embrionario. La estación de Cristo coincidió con el estado de madurez o edad de la razón. El surgimiento de la Luminaria Más Grande (4) marca el estado de perfección de la esencia y de las cualidades. Por esta razón, el árbol de vida del Paraíso supremo es la expresión del centro de absoluta pureza santificada, es decir, de la Manifestación Suprema de Dios. Desde los días de Adán hasta los días de Cristo, se habló poco de la vida eterna y de las perfecciones celestiales y universales. La realidad de Cristo ocupó la estación del árbol de vida. Con su manifestación el árbol fue plantado y recibió el adorno de frutos sempiternos.
Ahora bien, reflexiona hasta qué punto este significado refleja bien la realidad. Pues el espíritu y el alma de Adán, al estar apegados al mundo humano, pasaron del dominio de la libertad al de la esclavitud, en el que continuaron viviendo sus descendientes. Dicho apego del alma y del espíritu al mundo humano -el pecado- fue heredado por los descendientes de Adán, y es la serpiente que siempre está entre los espíritus y la progenie de Adán, y rivaliza con ellos. Tal enemistad todavía perdura. Pues el apego al mundo ha sido el opresor de los espíritus. Esclavitud semejante que se identifica con el pecado, y que ha sido transmitido desde Adán hasta su posteridad. Precisamente, debido a ese apego los hombres se han visto privados de la espiritualidad esencial y de una estación exaltada.
Cuando las santificadas brisas de Cristo y la sagrada luz de la Más Grande Luminaria (5) se difundieron, las realidades humanas -es decir, aquellos quienes se volvieron hacia la Palabra de Dios y recibieron la profusión de sus generosidades- se salvaron de ese apego y de ese pecado, obteniendo la vida eterna; se libraron de las cadenas de la esclavitud y alcanzaron el mundo de la libertad. Se desquitaron de los vicios del mundo humano y fueron benditos con las virtudes del Reino. Tal es el sentido de las palabras de Cristo «Di mi sangre por la vida del mundo»(6), es decir: he escogido todas estas dificultades, sufrimientos y calamidades, e incluso el martirio supremo, para alcanzar la meta de la remisión de los pecados (es decir, el desprendimiento de las almas humanas y su atracción al mundo divino) a fin de que se alcen almas que sean para la humanidad la esencia misma de la guía y espejos de las perfecciones del Reino Supremo.
Observa que, de conformidad con las suposiciones del Pueblo del Libro, (7) el significado exotérico del relato representaría una injusticia absoluta rayana en la predestinación total. Si Adán pecó por acercarse al árbol prohibido ¿cuál fue el pecado del glorioso Abraham? y ¿cuál el error de Moisés, el Interlocutor? ¿cuál fue el crimen de Noé, el Profeta? ¿cuál la transgresión de José, el Veraz? ¿cuáles las iniquidades de los Profetas de Dios, y cuál el delito de Juan, el Casto? ¿Acaso la justicia de Dios habría permitido que esas luminosas Manifestaciones fuesen atormentadas en el infierno, por causa del pecado de Adán, hasta la venida de Cristo mediante cuyo autosacrificio serían salvados de penosísimos tormentos? Semejante idea está fuera de toda ley y regla, y no puede ser aceptada por ninguna persona inteligente.
Por el contrario, el relato significa lo que ya se ha dicho: Adán es el espíritu de Adán, y Eva su alma; el árbol es el mundo humano, y la serpiente el apego a este mundo, lo que constituye el pecado que ha infectado a los descendientes de Adán. Con sus santas brisas Cristo salvó a los hombres de ese apego, librándolos del pecado. El pecado de Adán es tal sólo con relación a su estación. Aunque de ese apego se obtienen resultados, no obstante ello, el apego al mundo terrenal, comparado con el apego al mundo espiritual recibe la consideración de pecado. Las buenas obras de los rectos son los pecados de los Allegados. Ello es claro. Así, el poder corporal no sólo es defectuoso en relación con el poder espiritual, sino que es la debilidad misma. De igual modo, comparada con la vida eterna del Reino, la vida física se equipara con la muerte. Así Cristo llamó a la vida física muerte y dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos». (8) Por más que las almas a que se refería Cristo poseían la vida física, no obstante, a su parecer, aquella clase de vida era muerte.
Este es uno de los significados de la historia bíblica de Adán. Medita hasta descubrir los demás.
Los saludos sean sobre ti.
– ‘Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas, páginas 153-158.
1. Gn. 2:16-17.
2. Cf. Gén. 3:5.
3. Cf. Gén 3:11-15, 22.
4. Bahá’u’lláh.
5. Bahá’u’lláh.
6. Cf. Jn 6:51.
7. Judíos y cristianos.
8. Mt. 8:22.
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