Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las enseñanzas bahá’ís afirman que Dios ha escrito un Libro glorioso de guía e inspiración para toda la humanidad, y comparan cada religión con un capítulo de ese único libro inimitable:
Contempla con tu vista interior la cadena de Revelaciones sucesivas… Atestiguo ante Dios que cada una de estas Manifestaciones ha sido enviada por la acción de la Voluntad y Propósito divinos, que cada una ha sido portadora de un Mensaje determinado, que a cada una se le ha confiado un Libro divinamente revelado y cada una ha sido comisionada para descifrar los misterios de una poderosa Tabla. La medida de la Revelación con la cual cada una de ellas ha sido identificada, había sido definitivamente preordinada.
Ese pasaje de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, resume el principio bahá’í de la revelación progresiva. Ese poderoso principio de la unidad de la religión define a todas las fes como inherentemente una, lo que significa que la verdad es revelada por Dios progresivamente a lo largo del tiempo a través de una serie sucesiva de mensajeros divinos. Los bahá’ís entienden que el Creador es uno, y que no es judío, cristiano, musulmán, bahá’í ni de ninguna religión específica. Dios, el Autor de todas las religiones, trasciende todas las religiones, y cada religión tiene un papel fundamental y deja un legado duradero. Analicemos la rama abrahámica de la religión, que abarca el judaísmo, el cristianismo, el islam, la fe bábí y la fe bahá’í, para examinar sus roles.
Abraham
Dios dijo a Abraham en Génesis 17:4: «En cuanto a mí, he aquí que mi pacto es contigo, y serás padre de muchas naciones». Génesis 22:17 promete a Abraham que Dios: «… te bendecirá y multiplicará tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar…».
Hoy en día, vemos pruebas en todo el mundo de que estas escrituras proféticas se han cumplido.
De hecho, la descendencia de Abraham es como las estrellas del cielo y la arena de la orilla del mar; la mayoría de los pueblos del mundo siguen las enseñanzas de los profetas que descendieron de Abraham; ellos son la fuente de muchas naciones y religiones. Dios cumplió sus promesas a Abraham.
Los escritos sagrados de cada una de esas religiones enseñan principios universales sobre cómo tratar a todas las personas con amor y justicia:
Levítico 19:33-34: Y si un extranjero peregrina contigo en tu tierra, no lo vejarás. Pero el extranjero que habite con vosotros será para vosotros como uno nacido entre vosotros, y lo amaréis como a vosotros mismos …
Hebreos 13:1-3: No os olvidéis de hospedar a los forasteros, porque así algunos hospedaron a los ángeles sin darse cuenta. Acordaos de los que están presos, como si estuvierais presos con ellos; y de los que sufren adversidad, como si vosotros también estuvierais en el cuerpo.
Corán, 17:70: Hemos honrado a los Hijos de Adán y los hemos llevado por tierra y por mar, y les hemos provisto de bienes, y los hemos preferido en gran manera…
Bahá’u’lláh: No debe enaltecerse quien ama a su patria, sino quien ama al mundo entero. La tierra es un solo país, y la humanidad sus ciudadanos.
Si los seguidores de cada Fe obedecieran la guía de los profetas de nuestras respectivas religiones y trabajaran unos junto a otros a pesar de las honestas diferencias de opinión, ¿no contribuiría esto en gran medida a establecer la paz mundial?
Moisés
El legado de Moisés difiere del de Abraham en algunos aspectos sorprendentes, aunque desempeña un papel indiscutible en el gran plan de Dios. La fe judía de Moisés y Abraham comparten principios primarios, como que cada ser humano desarrolle virtudes, ame a Dios y cumpla Sus mandamientos. Difieren en principios secundarios relativos a las necesidades de su tiempo.
Por ejemplo, a Moisés se le dio la Ley de Dios para ejercitar y entrenar al pueblo porque eso es lo que el Creador determinó que la creación necesitaba en ese momento de la historia. Los libros de Reyes y Jueces dan ejemplos de reyes y jueces buenos y malos, mostrando que tenemos libre albedrío para hacer elecciones favorables o desfavorables y cosechar las consecuencias. Como resultado, parte del legado del judaísmo fue la ética igualitaria y la mejora de los derechos humanos.
Jesucristo
La revelación de Cristo varió sustancialmente de la de Moisés y Abraham, aunque siguió compartiendo principios primarios comunes. Las enseñanzas de Cristo sobre el amor y la misericordia y sobre escribir la Ley en nuestros corazones parecen una progresión natural a partir de la Ley de Moisés, lo cual también es un ejemplo del principio bahá’í de revelación progresiva. La revelación de Jesús complementa y continúa las revelaciones de Moisés y Abraham.
Muhammad
Según el » Islam Revelado», «Jesús es mencionado noventa y siete veces en noventa y tres versículos del Corán. Se le llama el Espíritu de Dios siete veces diferentes». El Corán identifica específicamente a judíos y cristianos como «gente del libro» e incluye a ambas fes en su seno. El Corán dice:
Ciertamente los creyentes, los judíos, los cristianos y los sabios, quienes crean en Alá y en el Último Día y hagan el bien, tendrán su recompensa de su Señor, y no hay temor para ellos ni se afligirán.
El Báb
El Báb, precursor y heraldo de Bahá’u’lláh, anunció que la humanidad se encontraba en el umbral de una nueva era. Su misión, que solo duró seis años, consistió en preparar el camino para la llegada de un mensajero de Dios que inauguraría la tan esperada era de paz y justicia prometida en todas las religiones del mundo.
El título de El Báb significa «la Puerta». Su misión era como la de Juan el Bautista, quien preparó el camino para Cristo, el Báb preparó el camino para Bahá’u’lláh.
Todo profeta que anuncia una nueva revelación sufre una dura persecución. Las revelaciones bábí y bahá’í han experimentado una severa persecución, y los bahá’ís todavía la sufren en algunos lugares. Durante el breve ministerio del Báb, 20.000 creyentes fueron cruelmente martirizados.
Bahá’u’lláh
Bahá’u’lláh, el mensajero más reciente de Dios, declaró su misión durante la primavera de 1863. Su legado sigue desarrollándose durante estos años de formación. Ahora estamos viendo atisbos de la misión de Bahá’u’lláh: desarrollar la unidad entre toda la humanidad. La unidad, la cooperación, la consulta, la reciprocidad y la justicia seguirán siendo un sello distintivo de la revelación de Bahá’u’lláh.
No hay competencia entre estos profetas de Dios. Cada uno de ellos enseñó los mismos principios básicos. Sería impropio de ellos menospreciarse o competir entre sí. Lo contrario es cierto; cada uno de los fundadores de las grandes religiones honra a los anteriores por respeto y reverencia, sabiendo que los mensajeros anteriores crearon una base sólida sobre la que las nuevas religiones podrían seguir construyendo.
Moisés honró a Abraham en las escrituras hebreas. Jesucristo honró tanto a Moisés como a Abraham en la Biblia. Muhammad y Bahá’u’lláh también honraron y veneraron a Jesús, Moisés y Abraham en sus libros sagrados. Este trabajo en equipo entre los mensajeros espirituales podría compararse a un relevo, en el que los corredores se pasan el testigo unos a otros consecutivamente.
Del mismo modo, las enseñanzas de Bahá’u’lláh exaltan a toda la humanidad, pidiéndonos que nos unamos en vez de luchar:
¡Oh hijos de los hombres! ¿No sabéis por qué os hemos creado a todos del mismo polvo? Para que nadie se exalte a sí mismo por encima de otro. Ponderad en todo momento en vuestros corazones cómo fuisteis creados. Puesto que os hemos creado a todos de la misma substancia, os incumbe, del mismo modo, ser como una sola alma, caminar con los mismos pies, comer con la misma boca y habitar en la misma tierra, para que desde lo más íntimo de vuestro ser, mediante vuestros hechos y acciones, se manifiesten los signos de la unicidad y la esencia del desprendimiento.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo