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Andréana Lefton | Oct 2, 2020

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Andréana Lefton | Oct 2, 2020

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La mecedora es delicada y baja hasta el suelo, está hecha de madera de un color marrón cálido, torcida en un eje. La «mecedora de amamantar», papá y yo la llamamos.

Mi madre se sentó en esta misma mecedora y me amamantó, hace años, en las húmedas noches de La Florida.

Al contrario, estoy callado y tranquilo, como un niño recién amamantado que está en brazos de su madre. ¡Soy como un niño recién amamantado! – Salmo 131:2.

«¿Puedes guardarme esto hasta que pueda recogerlo?». Le pregunté a mi amiga Helen. En 2018, viajé desde Chicago a Chattanooga, Tennessee, buscando una nueva y más ligera existencia como escritora independiente y a tiempo completo. Vendí todos mis muebles, excepto la mecedora de amamantar.

Fiel a su palabra, Helen mantuvo la mecedora a salvo para mí. Luego me la entregó directamente en mis manos, en un especial día del octubre pasado.

Helen y su amiga Paula condujeron desde Chicago a Chattanooga para el Bicentenario del nacimiento del Báb. El Báb, uno de los dos mensajeros divinos para este día, anunció la llegada de Bahá’u’lláh, juntos cambiaron el curso de la historia a través de sus vidas sacrificadas y sus enseñanzas vivificantes.

En 2017, los bahá’ís de todo el mundo celebraron el Bicentenario del nacimiento de Bahá’u’lláh en Persia (actualmente Irán). El año pasado, los bahá’ís celebraron el 200º aniversario del nacimiento del Báb, con reuniones comunitarias y expresiones creativas, entre ellas «La búsqueda de la luz» de Helen Butler.

“Con las manos del poder te hice y con los dedos de la fuerza te creé; y dentro de ti deposité la esencia de Mi luz…”  – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.

Autodescrita como «artista, actriz y defensora del cambio», Helen tiene una electrificante e iluminadora forma de existir en este mundo. Ella altera las convenciones, desafía nuestra forma de ver y de relacionarnos, y hace que profundicemos en nuestra relación con el espíritu y la sociedad. Cuando hablamos, me siento tranquilizada y alentada:

Estamos viviendo un momento histórico. Cada uno de nosotros está llamado a participar en una gran transformación. Nuestra supervivencia como especie está amenazada por el calentamiento global, el colapso económico y una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres. Sin embargo, estas amenazas ofrecen la oportunidad de despertar como una comunidad interconectada y amada. – El Arzobispo Desmond Tutu

La inspiradora frase «comunidad amada», defendida por el Dr. King, Bell Hooks, y otros, nos desafía a que la cultivemos. ¿Alguna vez lo has sentido? Mi amiga Helen busca recrear su sentimiento de amor en comunidad a través de sus obras de arte colaborativas. Sus materiales son tan ricos y entrelazados como su identidad: bahá’í, afroamericana, madre, hija, productora, pionera. Utiliza textiles, bordados, poesía, música, narración de historias y «teatro interactivo» para explorar la realidad espiritual y la interconexión humana en los espacios públicos.

El trabajo teatral de Helen en la Nueva York de los años 70 tuvo un profundo impacto en su vida como artista y tejedora de comunidades. «Hubo todo un movimiento artístico en Nueva York [en el] período posterior al movimiento de los Derechos Civiles. Lo que había eran todas estas [pequeñas] compañías de teatro que se mostraban a la comunidad, actuando como un espejo, para decir, ’Tú tienes valor’».

Tú tienes valor. No sólo como trabajador, consumidor o ciudadano – sino como seres humanos con un noble potencial. Todos pasamos por el dolor y la angustia, y en lugar de agotar nuestro valor, esas experiencias pueden enriquecernos y conectarnos con otros. Helen explora esta realidad en su más reciente pieza, «La búsqueda de la luz». Reuniendo a personas de muy diversos orígenes – en la Biblioteca Pública de Chattanooga, así como en lugares de Atlanta y Chicago – Helen comparte las historias de cuatro héroes y heroínas que se deshicieron de sus dudas y erradicaron tabúes sociales:

  • Tahirih, una poetisa que se quitó el velo en el Irán de 1800;
  • Mullah Husayn, el primer creyente en el mensaje de Bab en el Imperio Musulmán Persa;
  • Elizabeth Cheney, la primera bahaí del Paraguay que siguió compartiendo su espíritu, incluso después de un grave accidente;
  • Jenabe Caldwell, un «maestro de la calle» en muchos países que aprendió que un corazón encendido atrae incluso a los extraños.

Una vez le pregunté a Helen cómo la Fe Bahá’í ha influido en su arte. Ella respondió: «En la escuela de posgrado, leí un libro de poemas llamado Palabras en el tiempo de luto de Robert Hayden, que era un poeta bahá’í afroamericano. [Yo no era un bahaí en ese momento] pero sabía que mi corazón había sido conmovido … «

Helen continuó hablando de cómo la justicia da forma a su arte y trabajo comunitario: «Cuando leemos los escritos bahá’ís sobre la justicia, cada uno de nosotros tiene esta capacidad de conocer la realidad. Así que sé que la realidad que creo, ya sea a través de la tela o el movimiento o la escritura, es una verdadera realidad porque viene a través de mi sentido de la justicia. La justicia es como un músculo en el que todavía tenemos que trabajar. Necesito trabajar en mí misma para que dentro de un año, mi sentido de lo que es justo, verdadero y equitativo continúe creciendo mientras trabajo en cómo mi alma se conecta con el mundo».

“Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia… Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros…”Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.

La percepción de Helen es clave: La justicia crecerá a medida que nuestras almas se conecten con este mundo. Ella y yo hablamos del «trabajo interior de la justicia social», que requiere un cuidado especial, amabilidad diaria, que va más allá de nuestra estrechez, y ser profundamente responsable de nuestros propios pensamientos y acciones – la única manera de que nuestro mundo se cure y sea sostenible de nuevo.

Las protestas son noticia. Las manifestaciones muestran a los líderes que hablamos en serio. Los medios de comunicación social son un vehículo para que se escuchen más voces. Sin embargo, el cambio no durará, y la justicia no llegará a todos los niveles de la sociedad – desde la crisis climática, el abuso sexual y el encarcelamiento masivo hasta la reforma de la vivienda y la educación – a menos que y hasta que nuestras almas se conecten diariamente con personas que no están en nuestro círculo inmediato y que no necesariamente se ajustan a nuestras creencias y apariencias. ¿Cómo sucede esto?

Bueno, primero, tenemos que dejar de alejar el dolor, el miedo y la vergüenza. Esto empieza por sentarnos tranquilos, a solas y juntos, en nuestros momentos más crudos y más sensibles. Cuando Helen vino a Tennessee a interpretar «La Búsqueda de la Luz», su madre había muerto unas semanas antes. Mi propia madre murió hace nueve años, pero su pérdida aún está fresca. Nuestro dolor compartido nos acerca, y me recuerda que debo ir más profundo otra vez.

Así que esta mañana, arrastré la mecedora de amamantar al centro de mi apartamento. Me senté a ras de suelo, meciéndome, como mi madre me meció una vez. Leí un solo poema, unas cuantas oraciones. Luché con mis sentimientos de temor, de no ser «suficiente». Hable con una amiga, que me ayuda a confrontar y liberar mi confusión interior. La ayudo con algunos artículos que está escribiendo. ¿Este es el trabajo?

Sola, en casa, sin nadie que me proteja de mí misma, lucho por aceptar el mensaje de Helen para todos nosotros: Sí, hay valor en mí también. Esto puede sonar obvio. Pero dejar la vara de medir invisible, dejar de comparar y empezar a compartirme a mí misma, esa es mi diaria y humilde búsqueda de la luz.

La luz significa iluminación, sí, pero también ligereza del ser. Cada día, podemos buscar una nueva luz que irrumpa en nosotros con una gracia inesperada, cuando nuestras mentes están tranquilas y nuestros cuerpos, defectuosos y flagelados, son hermosos.

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