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Cuando dos personas se enamoran, la pregunta que a menudo se plantean es: ¿nos casamos o nos vamos a vivir juntos? Y esta pregunta suscita toda una serie de consideraciones prácticas, morales y espirituales.
Hay recomendaciones contradictorias por todas partes. «Claro, el matrimonio es una institución», dirán algunos que se resisten al matrimonio, «pero ¿quién quiere vivir en una institución?». Otros consideran la convivencia como un matrimonio «light», sin los beneficios, las protecciones, el compromiso y la confianza de una unión real.
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Entonces, ¿cuál es el curso de acción correcto, desde el punto de vista práctico y espiritual? ¿Alterará una u otra decisión las posibilidades de una pareja de permanecer unida a largo plazo? ¿El hecho de vivir juntos primero, un «matrimonio de prueba», hace que el matrimonio real posterior tenga más o menos éxito? ¿Y el impacto de estas decisiones en los hijos?
En esta serie de artículos analizaremos los pros y los contras del matrimonio frente a la convivencia, y exploraremos lo que las enseñanzas bahá’ís tienen que decir sobre esta importante cuestión a la luz de las pruebas objetivas y científicas cuantificables sobre las relaciones modernas.
La fe bahá’í aconseja a las parejas enamoradas que se casen, pero solo después de haberse familiarizado plenamente con el carácter del otro. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, recomendó (pero no exigió) el matrimonio para los bahá’ís. Abdu’l-Bahá elogió líricamente los buenos matrimonios, escribiendo que entre los bahá’ís:
…el matrimonio debe ser la unión del cuerpo como así también del espíritu, pues aquí tanto el marido como la mujer están arrobados por el mismo vino, ambos están enamorados del mismo Rostro incomparable, ambos viven y se mueven con el mismo espíritu, ambos están iluminados por la misma gloria. Este vínculo entre ellos es espiritual, luego es una ligadura que perdurará por siempre. Asimismo, gozan de lazos firmes y duraderos también en el mundo físico, pues si el matrimonio está basado tanto en el espíritu como en el cuerpo, esa unión es verdadera y, por consiguiente, perdurará.
¿Qué significa todo esto para las personas que mantienen una relación, independientemente de su religión o de quienes no tienen ninguna, y qué consejos espirituales pueden extraer de las enseñanzas bahá’ís sobre el amor y el matrimonio? En esta serie de artículos exploraremos estas cuestiones, pero antes echemos un vistazo a las estadísticas reales sobre la convivencia o el matrimonio y examinemos algunos datos sobre el matrimonio en la era moderna.
El matrimonio moderno y el auge de la cohabitación
Para los jóvenes de las sociedades occidentales, la tendencia que primero se impuso en Europa y ahora se ha extendido a Estados Unidos y otros países es la cohabitación: vivir juntos como pareja sin casarse.
En 2006, un amplio estudio europeo señalaba que la «primera unión» o cohabitación había empezado a sustituir en gran medida al matrimonio directo (definido como un matrimonio sin cohabitación prematrimonial previa). En Suecia, informaba el estudio, «los matrimonios directos ya eran muy raros entre las cohortes nacidas en la década de 1950 y hoy apenas representan más del 5% de las primeras uniones de mujeres menores de 25 años». El estudio añadía que «en el norte y centro de Europa, el matrimonio directo, que seguía siendo el modelo dominante en las cohortes de 1950, ha perdido terreno rápidamente; solo entre el 20% y el 30% de las primeras uniones antes de los 25 años en la cohorte de nacimiento de 1965 fueron matrimonios directos. En Finlandia, la tasa es aún más baja».
Curiosamente, el estudio también descubrió que los países mediterráneos destacan en Europa, «con una abrumadora mayoría de matrimonios directos y una difusión limitada de la cohabitación no matrimonial. Polonia, un país muy católico, también parece muy apegada al matrimonio tradicional, mientras que, en otros países de Europa del Este, el matrimonio directo ya es ligeramente menos predominante entre las cohortes de 1960».
Por tanto, en la mayor parte de Europa, especialmente entre los jóvenes, el matrimonio se ha convertido en una práctica minoritaria.
El matrimonio en Estados Unidos y la cohabitación en la actualidad
En Estados Unidos, el Pew Research Center, en un extenso análisis realizado en 2019 sobre la Encuesta Nacional de Crecimiento Familiar de Estados Unidos, ha descubierto que el porcentaje de adultos estadounidenses de entre 18 y 44 años que han vivido con una pareja no estando casados, el 59%, supera ahora al de los que han estado casados alguna vez, que actualmente es del 50%. Según el estudio, «los adultos jóvenes aceptan especialmente la cohabitación: el 78% de los que tienen entre 18 y 29 años dicen que es aceptable que una pareja no casada viva junta, aunque no piensen casarse».
Además, esta tendencia significa que hoy en día menos estadounidenses se casan: en 1960, el 72% de los adultos estadounidenses estaban casados; en 1995, esa cifra había descendido al 58%; y en 2019 el porcentaje era del 53%. Esas cifras reflejan dos realidades distintas: cada vez se casa menos gente; los que se casan tienden a hacerlo mucho más tarde que las generaciones anteriores.
En Estados Unidos en 1960, por ejemplo, la edad media de las mujeres para contraer matrimonio era de 20 años, y la de los hombres de 23 años. Hoy, esas medias han aumentado a 28 y 30 años, respectivamente. Este cambio relativamente rápido refleja varios factores importantes: el aumento de los niveles educativos, el amplio uso de métodos anticonceptivos, las presiones económicas y la creciente igualdad de la mujer.
A pesar de todo ello, las estadísticas de la Oficina del Censo de EE.UU. muestran que actualmente viven juntas muchas menos personas, el 7% de los adultos estadounidenses, que el 53% que está casado. Sin embargo, si la tendencia a cohabitar en lugar de casarse continúa en Estados Unidos, las generaciones más jóvenes renunciarán cada vez más al matrimonio, y «ponerle un anillo a su relación» también disminuirá.
A la vista de todos estos cambios sociales, la mayoría de las sociedades occidentales parecen estar alejándose gradualmente de la cultura del matrimonio. Más allá de las consideraciones individuales de cada pareja, ¿qué significa esta tendencia para la sociedad en su conjunto?
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El matrimonio como pilar fundamental de la sociedad
¿Es más deseable para la sociedad que las personas se casen en lugar de vivir juntas? Sí, según muchos datos.
Desde un punto de vista puramente estadístico, el matrimonio tiende a hacer que las relaciones duren más, a generar un sentimiento de compromiso más permanente entre las parejas, a fomentar una descendencia más estable y a contribuir a la solidez y el bienestar general de las comunidades, según demuestran sistemáticamente los estudios. Cuando las relaciones dan lugar a hijos, éstos suelen ser más felices, mejor educados, más favorecidos económicamente y más seguros.
En general, la gente reconoce estos hechos. La mayoría del público estadounidense cree que «la sociedad irá mejor» si la gente se casa, revela la investigación del Pew Research Center. Cuando se les preguntó el porqué, los encuestados generalmente coincidieron en que «probablemente porque lo consideran un entorno más estable para criar a los hijos», según un análisis de la revista Time.
Las enseñanzas bahá’ís consideran el matrimonio una institución divina, y consideran «el matrimonio y la familia en cuanto cimiento de toda la estructura de la sociedad humana», según la Casa Universal de Justicia. El propio Bahá’u’lláh ordenó el matrimonio para los bahá’ís, y Abdu’l-Bahá caracterizó el matrimonio como «una institución sagrada y muy aconsejada en esta bendita Causa». En una de las oraciones bahá’ís sobre el matrimonio, escribió:
¡Oh Señor incomparable! En Tu omnipotente sabiduría has ordenado el matrimonio a los pueblos para que las generaciones se sucedan unas a otras en este mundo contingente y para que siempre, mientras exista el mundo, se ocupen en el Umbral de Tu unicidad en servirte y adorarte, en rendirte homenaje, venerarte y alabarte.
Pero, ¿y si nos vamos a vivir juntos como preludio al matrimonio? Analizaremos esta cuestión en el próximo artículo de esta serie.
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