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Religión

Todos los profetas: una misma alma

David Langness | Ene 21, 2021

PARTE 3 IN SERIES El meta-profeta

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David Langness | Ene 21, 2021

PARTE 3 IN SERIES El meta-profeta

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Las enseñanzas bahá’ís introdujeron en el mundo un nuevo y antiguo concepto revolucionario: que todos los profetas y mensajeros de Dios pueden ser vistos como una misma alma.

Cada mensajero divino trae un mensaje similar. Cada profeta enseña el amor. Cada manifestación de Dios inicia una religión renovada que se basa en las tradiciones del pasado. Cada alma santa lleva a la gente a la realización de un propósito espiritual más alto y más noble.

En una tabla en el libro Gemas de Misterios Divinos, Bahá’u’lláh, el fundador de la Fe bahá’í, escribió que “todos los Profetas no son sino una sola alma, un solo espíritu, un mismo nombre y atributo”.

En varios de sus escritos, Bahá’u’lláh continúa explicando:

…todos los Profetas y Mensajeros de Dios como una sola alma y un solo cuerpo, como una sola luz y un solo espíritu, de tal modo que el primero de ellos sería el último y el último, el primero; porque todos se han dispuesto a proclamar Su Causa y han establecido las leyes de la sabiduría divina. Todos y cada uno son las Manifestaciones de Su Ser, los Depositarios de Su poder, los 18 Tesoros de Su Revelación, los Puntos del amanecer de Su esplendor y las Auroras de Su luz. Mediante ellos se manifiestan los signos de la santidad en las realidades de todas las cosas y las muestras de la unicidad en la esencia de todos los seres. A través de ellos se revelan los elementos de la glorificación en las realidades celestiales y los exponentes de la alabanza en las esencias eternas. De ellos ha procedido toda la creación, y a ellos ha de regresar todo cuanto se ha mencionado. Y ya que en su más íntimo Ser son los mismos Luminares y los mismos Misterios, deberías mirar su condición exterior a la misma luz, a fin de que los reconozcas a todos como un solo Ser; es más, los halles unidos en sus palabras, discurso y expresión.

Para aquellos criados en religiones más tradicionales, esta nueva forma de ver a los profetas y fundadores de la religión puede parecer difícil de imaginar al principio. Cuando nos educan para creer que Cristo o Krishna o Moisés o Muhammad tienen prioridad sobre todos los demás mensajeros espirituales, tendemos a conocer solo a uno de los grandes fundadores de la Fe, y también podemos aprender a descartar o incluso menospreciar a los demás. En lugar de evaluar de forma inteligente e independiente sus enseñanzas y mensajes, se nos enseña a valorar uno y a descartar el resto. En lugar de pensar y luego decidir por nosotros mismos, nos limitamos a seguir las viejas tradiciones ancestrales sin cuestionarlas, lo que, como dijo Abdu’l-Bahá en una charla que dio en París, puede llevar a la predisposición y a los prejuicios:

Todas las religiones se han sometido gradualmente a la tradición y el dogma.

Todas se consideran a sí mismas, respectivamente, las únicas guardianas de la verdad, y creen que todas las demás religiones están llenas de errores Si todas condenan a las demás, ¿dónde debemos buscar la verdad? Todas se contradicen mutuamente, todas no pueden ser verdaderas. Si cada uno cree que su religión particular es la única verdadera, cegará sus ojos a la verdad de las demás.

Nosotros deberíamos, pues, desprendernos de las formas y prácticas externas de la religión. Debemos convencernos de que estas formas y prácticas, aun siendo hermosas, no son sino la vestimenta que arropa el ardiente corazón y los miembros vivientes de la Verdad Divina. Debemos abandonar los prejuicios tradicionales, si es que deseamos tener éxito en la búsqueda de la verdad en la esencia de todas las religiones.

Para los bahá’ís, desprenderse de las formas y prácticas externas de la religión significa ver a cada uno de los mensajeros de Dios reflejando la misma luz y trayendo el mismo mensaje esencial, como confirmó Bahá’u’lláh en el Libro de la Certeza:

… los Portadores del depósito de Dios son revelados a los pueblos de la Tierra como los Exponentes de una nueva Causa y los Portadores de un nuevo Mensaje. Ya que esas Aves del Trono Celestial son todas enviadas del cielo de la Voluntad de Dios, y puesto que todas surgen para proclamar su irresistible Fe, son por tanto consideradas como un alma y una misma persona. Pues todas beben del mismo Cáliz del Amor de Dios y todas participan del fruto del mismo Árbol de la Unicidad.

Si observaras con ojo perspicaz, les verías habitando en el mismo tabernáculo, volando en el mismo cielo, sentados en el mismo trono, pronunciando las mismas palabras, proclamando la misma Fe. Tal es la unidad de esas Esencias del ser, de esas Lumbreras de esplendor inmenso e infinito. Por tanto, si una de esas Manifestaciones de la Santidad proclamara: «Yo soy la vuelta de todos los Profetas», ciertamente dice la verdad.

¿Significa esto que cada mensajero de Dios es exactamente como todos los demás? No. Bahá’u’lláh también escribió en el Tabernáculo de la Unidad:

… en un sentido los rangos de los Profetas de Dios difieren unos de otros. Por ejemplo, considerad a Moisés. Trajo un Libro y estableció disposiciones, en tanto que varios de los Profetas y Mensajeros que surgieron después de Él se encargaron de promulgar Sus leyes, pues seguían siendo conformes a las necesidades de la época. Los libros y crónicas anexos a la Torá dan testimonio elocuente de esta verdad.

Así que algunos profetas sí se diferencian, pero en otro aspecto se les considera como una sola alma. ¿Cómo funciona eso? Bahá’u’lláh lo explicó:

… todos los Profetas han procedido de Dios y han regresado a Él. Visto desde esta perspectiva, todos son como un solo y único Ser, puesto que no han pronunciado ninguna palabra ni han traído ningún mensaje ni han revelado causa alguna por iniciativa propia. Es más, todo cuanto han dicho ha procedido del único Dios verdadero, exaltada sea Su gloria. Todos han convocado a los hombres hacia el Supremo Horizonte y comunican las nuevas de la vida eterna.

Tomado desde cierta perspectiva, estas Almas santas son una sola: la primera de entre ellas es la misma que la última, y la última es la misma que la primera. Todas han procedido de Dios, han emplazado a todos los hombres hacia Él y a Él han vuelto.

Así que la sucesión de mensajeros divinos a lo largo de la historia tiene la misma esencia, pero no la misma misión. Bahá’u’lláh enseñó que la luz de un profeta brilla tanto como la de todos los demás, pero sus misiones en la época en que aparecen son diferentes. En «Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh», él describió esas diferencias de esta manera:

Respecto a esto, cada Manifestación de Dios tiene una individualidad distinta, una misión definitivamente señalada, una revelación predestinada y limitaciones especialmente designadas. Cada una de ellas es conocida por un nombre diferente y se caracteriza por un atributo especial, cumple una misión definida y le es confiada una revelación particular…

Es a causa de esta diferencia en posición y misión, que parecen divergir y diferir las palabras y expresiones que fluyen de esos Manantiales del conocimiento divino. Por lo demás, a los ojos de quienes están iniciados en los misterios de la sabiduría divina, todo lo que ellos han pronunciado es en realidad la expresión de una sola Verdad…

Sabe con toda seguridad que la esencia de todos los profetas de Dios es una y la misma. Su unidad es absoluta. Dios el Creador dice: «No hay distinción alguna entre los portadores de mi Mensaje. Todos tienen un solo propósito; su secreto es el mismo secreto. Honrar a uno más que a otro, exaltar a algunos por encima de los demás de ninguna manera es permitido. Cada verdadero profeta ha considerado su Mensaje como fundamentalmente el mismo que la Revelación de cualquier otro profeta que le haya precedido.

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