Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las actitudes actuales hacia la religión parecen variar cada vez más entre el desinterés y el desdén.
A menudo asociamos la religión con la superstición, el dogma, la violencia y la polarización, con muchas personas buenas metiéndose en el bus de la “banda del rechazo”. Pero el bus de una banda, destinada a llevar grupos musicales y usada para manifestaciones políticas, no funcionan bien en un territorio complejo.
Encontrar la mejor ruta a un futuro aún no mapeado requiere una visión más amplia que sólo las tres casas que se ven al frente del camino. Entonces, ¿cuál es la visión desde 10.000 metros de altura acerca de la religión?
Durante los 6.000 años de historia documentada, religiones como el Hinduismo, el Budismo, el Judaísmo, el Cristianismo, el Islam y, más recientemente, la Fe Bahá’í, han demostrado su capacidad para traer un enorme progreso a la humanidad, especialmente en los primeros siglos de su florecimiento. En el mundo entero, estos sistemas de creencias han unido a personas, consistentemente y con éxito, en torno a ideales comunes, primero en grupos pequeños, después regionalmente, y luego a través de las fronteras de muchas naciones.
Nuestro dilema moderno es que la religión se ha convertido, con demasiada frecuencia, en el medio para un comportamiento que contradice directamente su significado y propósito originales. Vicios que preceden a la civilización, como el abuso sexual, el tribalismo y el belicismo, han surgido hábilmente disfrazados en vestiduras virtuosas, como dice el proverbio: lobos con piel de ovejas.
Por lo tanto, para aquellos que descartan completamente esta antigua institución, participemos en una reflexión honesta. Por ejemplo: sin religión, ¿mediante qué medios promoveremos los valores y virtudes necesarios, como la compasión, la justicia y la comprensión, para crear un futuro en el que todos prosperemos? ¿No se necesitan hoy más que nunca estas influencias civilizadoras y de espiritualización?
Las enseñanzas bahá’ís dicen que esos valores y virtudes no son sólo necesarios, sino vitales para nuestro progreso humano:
“El hombre debe ahora imbuirse con nuevas virtudes y poderes, una nueva moral, nuevas capacidades. […] Las generosidades y gracias del período de juventud, aunque oportunas y suficientes durante la adolescencia del mundo de la humanidad, son ahora incapaces de llenar las necesidades de su madurez.
[…] Este es el ciclo de la madurez y también el de la reforma de la religión. Las imitaciones dogmáticas de credos ancestrales están muriendo.
[…] En esta época misericordiosa han sido reveladas enseñanzas celestiales aplicables al progreso de las condiciones humanas. Esta reforma y renovación de la realidad fundamental de la religión constituyen el verdadero y acabado espíritu del modernismo, la inconfundible luz del mundo, la manifiesta efulgencia de la Palabra de Dios, el Remedio Divino para toda dolencia humana y la generosidad de la vida eterna para toda la raza humana”. – ‘Abdu’l-Bahá, La promulgación de la paz universal, páginas. 419-420.
A pesar de cualquier aire de impermeabilidad al cambio, la religión siempre ha sido capaz de reinventarse a sí misma, desprendiéndose de esas «imitaciones dogmáticas de creencias ancestrales» y avanzando con un nuevo poder revelador. En su conjunto, la religión sigue siendo la fuente de los valores que forman la base común de las diversas culturas del mundo. Esos valores constituyen la base de nuestros sistemas legales y éticos, inspirando avances esenciales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En estos días de retórica inflamada y un supuesto choque de civilizaciones, la tarea más importante de la religión consiste en afirmar tranquilamente y con confianza nuestra unidad fundamental. La creencia en nuestra unidad indispensable nos permite apreciar nuestras diferencias culturales, y verlas como una fuente de alegría y fortaleza.
Una de las maneras de aumentar la unidad es buscar un punto común entre las diversas religiones y desarrollar activamente vínculos de comprensión y apoyo. Los bahá’ís de todo el mundo han estado a la vanguardia de este esfuerzo unificador. En 2002, en una carta dirigida «A las autoridades religiosas del mundo», la Casa Universal de Justicia escribió:
“[…] los bahá’ís ven en el esfuerzo de acercamiento entre las diversas religiones una respuesta a la Voluntad Divina para con un género humano que entra ahora en su madurez colectiva. Los miembros de nuestra comunidad continuaran ofreciendo su colaboración por todas las vías a su alcance. Sin embargo, es deber para con nuestros colaboradores en este esfuerzo común afirmar claramente la convicción que abrigamos de que el discurso interreligioso, si queremos que contribuya significativamente a sanar las heridas que afligen a una humanidad desesperada, debe con sinceridad y sin más evasivas abordar las implicaciones de la verdad fundamentalísima que suscito todo este movimiento interreligioso: que Dios es uno solo y que, más allá de la diversidad de la expresión cultural y de la interpretación humana, la religión es asimismo una sola.” – Casa Universal de Justicia, A las autoridades religiosas del mundo, página 7.
El apoyo a las actividades interreligiosas se ha extendido cada vez más. El 20 de octubre de 2010, las Naciones Unidas votaron por unanimidad para instituir la semana mundial de la armonía interconfesional, que se celebra actualmente durante la primera semana de febrero de cada año.
Este año, durante la semana del 1 al 7 de febrero, todos podemos apoyar la armonía interreligiosa acercándonos a los seguidores de otras religiones y reconociendo la unidad de Dios y la unidad esencial de todas las religiones.
La sanación tendrá lugar, a medida que la religión se reinventa a si misma, con comunidades que de forma tranquila y con constancia están evolucionando cada vez más sus conceptos de Dios, de la verdad y el amor. Eventualmente la discordia se disolverá mientras a la potente medicina de la comprensión y la cooperación se le permita hacer su trabajo. Mientras tanto, tenemos que tomar la visión amplia, y «ofrecer nuestra colaboración por todas las vías a nuestro alcance».
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