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Religión

5 pasos para resolver los problemas mediante la oración

Susan Gammage | Ene 13, 2024

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Susan Gammage | Ene 13, 2024

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Tengo una amiga que reparte pequeñas imágenes de ranas a las personas que conoce, para recordarles que deben confiar plenamente en Dios. También conocido como FROG en inglés (Fully Rely on God).

Yo tengo una en la mesa del comedor y otra en el coche, y las imágenes realmente me ayudan a recordar esta importante lección.

Los bahá’ís creen que someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios es un principio espiritual fundamental. Pero, ¿cómo lo hacemos?

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En primer lugar, requiere que me vuelva consciente. Cuando actúo en piloto automático y no soy consciente de mis motivos ni de mis mecanismos de supervivencia ineficaces, a menudo tomo malas decisiones. Cuando actúo de forma consciente, consciente de mis motivos para actuar, mi toma de decisiones mejora.

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, he aprendido que necesito ir más despacio. Como muchas personas hoy en día, estoy acostumbrada a la multitarea y a ir a mil por hora por la vida, lo que sin duda me sitúa en el carril rápido. Tengo que ir más despacio para poder escucharme a mí misma, y luego a Dios.

En lugar de tomar decisiones demasiado deprisa, sobre todo cuando voy en piloto automático, estoy aprendiendo a dejar las decisiones importantes en pausa durante 72 horas, y utilizar ese tiempo para rezar y meditar, comprobar cómo me hace sentir la decisión, buscar cualquier información que me ayude a tener claro lo que puedo y no puedo hacer, y asegurarme de que la decisión refleja realmente la voluntad de Dios y no solo la mía.

Otra herramienta que utilizo para tomar decisiones es la consulta en espíritu de oración con amigos de confianza, confiando en que nuestra toma de decisiones colectiva pueda ayudarme a discernir la voluntad de Dios.

Luego, necesito desprenderme de mi ego, de mis motivos impuros, de mis estrategias ineficaces para sobrellevar los problemas, de mis actitudes y comportamientos negativos y autodestructivos, y de cualquier otra cosa que se haya convertido en un velo entre Dios y yo; reconociendo que todo esto obstaculizará mi alineación con la voluntad de Dios.

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En mi búsqueda por confiar en la voluntad de Dios y no en la mía propia, me gusta utilizar esta oración bahá’í:

He renunciado a Mi deseo por Tu deseo, oh mi Dios, y a Mi voluntad por la revelación de Tu Voluntad. ¡Por Tu gloria! No deseo ni Mi propia esencia ni Mi vida, excepto por el propósito de servir a Tu Causa, y no amo Mi ser, salvo para poder sacrificarlo en Tu sendero.

También me encantan los Cinco pasos para orar que nos dio Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, según se los contó a una bahá’í llamada Ruth Moffett. Éstos son:

PRIMER PASO: Ore y medite sobre el punto. Utilice las oraciones de las Manifestaciones [los profetas de Dios] ya que ellas poseen poder mayor. Aprenda a permanecer en el silencio de la contemplación durante unos minutos. Durante esta comunión profunda, tome el paso siguiente.

SEGUNDO PASO: Tome una decisión y manténgala. Esta decisión habitualmente nace en un destello hacia el final o durante la contemplación. Puede parecer casi imposible de lograr, pero si parece ser una respuesta a la oración o una forma de resolver el problema, tome de inmediato el paso siguiente.

TERCER PASO: Esté resuelto a llevar a cabo la decisión tomada. Muchos fracasan aquí. La decisión, que brota en una resolución se agota y en lugar de ello se transforma en un deseo o en un vago anhelo. Cuando nace la resolución, tome de inmediato el siguiente paso.

CUARTO PASO: Tenga fe y confianza. Que fluirá a través suyo el poder, aparecerá el camino correcto, se abrirá la puerta, le será dado el pensamiento correcto, el mensaje correcto, el principio correcto o el libro correcto. Tenga confianza y en verdad vendrá hacia usted la cosa correcta para llenar sus necesidades. Entonces, en el momento de levantarse de la oración, tome inmediatamente el quinto paso.

QUINTO PASO: Actúe como si se hubiese recibido una respuesta a todo. Entonces proceda con energía incansable e incesante. A medida que actúe, usted se transformará en un imán que atraerá más poder hacia su ser, hasta que llegue a ser un canal sin obstrucciones para que el Poder Divino fluya a través suyo. Muchos oran, pero no se quedan para la segunda mitad del primer paso. Algunos que meditan llegan a una decisión, pero fracasan en aferrarse a ella. Pocos tienen la resolución para llevar a cabo la decisión y son aún menos los que tienen confianza en que la cosa correcta vendrá a sus manos. ¿Pero cuántos son los que se acuerdan de actuar como si todo hubiese sido contestado? Cuánta verdad hay en aquellas palabras – “Más grande que la oración es el espíritu en que se la dice”, pero más grande que la forma en que se dice es el espíritu con que se lleva a efecto.

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La gratitud es otra herramienta que utilizo: antes de mis oraciones, trato de recordar todas las formas en que Dios me ha respaldado en el pasado y le doy las gracias por ello. Una vez que he tomado una decisión y he actuado en consecuencia, también doy gracias a Dios por las oraciones no contestadas y por la protección que me ha brindado frente a cosas que no son para mi mayor bien. A continuación, doy gracias al Creador por las cosas que responderá en el futuro.

También he aprendido que, a menudo, la respuesta a mi oración no siempre se parece exactamente a lo que yo quería. Por ejemplo, una vez mi agenda estaba fuera de control, abrumándome. Me encantaba todo lo que estaba haciendo, pero era demasiado, y no sabía cómo arreglarlo, así que recé… ¡y entonces me rompí el tobillo! No era mi intención rompérmelo, por supuesto, pero lo reconocí inmediatamente como la respuesta a una oración, y lo único que pude hacer fue reírme. Viviendo sola al final de un largo pasillo, en el segundo piso de un edificio de apartamentos sin ascensor, ¡tenía que dedicar todo mi tiempo al cuidado personal! 

Por último, necesito confiar en el Plan de Dios. Él sabe qué es lo que más me conviene y qué obstáculos hay que eliminar primero. Su tiempo siempre es perfecto, ¡solo que no es el mismo que el mío!  He aprendido por las malas que cuando tengo voluntad propia, la vida no va tan bien como cuando confío plenamente en la voluntad de Dios, ¡y estoy agradecida por ello!

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