Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Amós, el primero de los profetas hebreos clásicos, era un pastor y un cuidador de árboles sicómoros en Tecoa, un pequeño pueblo de Judá a unas siete millas al sur de Jerusalén, cuando le llegó el llamado divino.
«Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías rey de Judá [c. 786–746] y en días de Jeroboam hijo de Joás [c. 783–735], rey de Israel, dos años antes del terremoto». – Amós 1:1.
Conocemos la fecha de la visión profética de Amós con bastante precisión, porque los geólogos estiman que este gran terremoto, con su epicentro en Siria, golpeó a Israel y a Judá en algún momento entre el 760 y el 750 a.C. con una magnitud de 7,8 a 8,2 en la escala de Richter.
El llamado lo sacó de su rebaño: «pero el Señor me quitó de andar cuidando ovejas, y me dijo: ’Ve y habla en mi nombre a mi pueblo Israel.’» – Amós 7:15.
Amós fue enviado desde el reino de Judá en el sur al reino de Israel en el norte, específicamente a Betel y a la capital de Samaria. Él describió la dinámica profética dentro de él:
“En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas. Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará?” – Amos 3:7‒8.
La simbología del Carmelo
Las primeras palabras registradas del libro de Amós fueron: «Amós dijo: «Ruge el Señor desde Sión; truena su voz desde Jerusalén. Los pastizales de los pastores quedan asolados, y se seca la cumbre del Carmelo»» – 1:2. Sión era una colina al sur del Monte Moriah (hoy el Monte del Templo) donde una fortaleza jebusea del mismo nombre fue conquistada por David y rebautizada como la Ciudad de David. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, se refirió a este verso de Amós cuando explicó el significado del Monte Carmelo:
Amós dice: «El Señor rugirá desde Sión y emitirá Su Voz desde Jerusalén; y se enlutarán las moradas de los pastores y se secará la cumbre del Carmelo». El Carmelo, en el Libro de Dios, ha sido designado como el Monte de Dios y Su Viña. Es aquí donde, por la gracia del Señor de la Revelación, ha sido erigido el Tabernáculo de Gloria. Dichosos quienes logren llegar a él; dichosos quienes vuelvan sus rostros hacia él. Y asimismo Él dice: «Nuestro Dios vendrá y no guardará silencio».
De esta manera, Bahá’u’lláh aclaró que Amós se refería a su venida. El significado bíblico del tabernáculo era la tienda portátil en la que se creía que Dios residía con las tablas de piedra de los Diez Mandamientos.
Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, escribió en su libro Dios pasa que Bahá’u’lláh visitó el Monte Carmelo cuatro veces y que la tienda levantada allí para sus estancias se llamaba el Tabernáculo de la Gloria.
Ese mismo año [1890] Bahá’u’lláh plantó el «Tabernáculo de Gloria» en el Monte Carmelo, «la Montaña de Dios y Su Viña», la casa de Elías, ensalzada por Isaías como la «Montaña del Señor», adonde «concurrirán todas las naciones». Cuatro veces [Bahá’u’lláh] visitó Haifa, siendo Su última estancia de una duración no inferior a tres meses. En el curso de una de esas visitas, cuando Su tienda estaba plantada en las proximidades del monasterio carmelita, Él, el «Señor de la Viña», reveló la Tabla del Carmelo, notable por sus alusiones y profecías.
Bahá’u’lláh también escribió sobre Sión:
El tiempo prefijado para los pueblos y naciones de la Tierra ya ha llegado. Todas las promesas de Dios, según están registradas en las Sagradas Escrituras, se han cumplido. De Sión ha salido la Ley de Dios, y Jerusalén y sus montañas y sus campos están llenos de la gloria de Su Revelación. Feliz el hombre que pondera en su corazón aquello que ha sido revelado en los Libros de Dios, el que Ayuda en el Peligro, el que Subsiste por Sí Mismo.
¡Tan solo un verso de Amós ofrece un cuadro tan rico para la exploración y la contemplación!
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