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Historia

La unidad precede la paz

David Langness | Feb 5, 2017

PARTE 3 IN SERIES Bahá'ís y Nazis

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David Langness | Feb 5, 2017

PARTE 3 IN SERIES Bahá'ís y Nazis

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¿Cómo podemos tratar de entender a los nazis? ¿Es semejante maldad humana comprensible?

El notable libro “Siglo de la Luz” preparado por la Casa Universal de Justicia, el cuerpo mundial de gobierno de los bahá’ís, inicia un discurso claramente diferente sobre las causas y las soluciones de las masivas disfunciones de la humanidad durante el siglo XX:

Del régimen fundador del fascismo, creado en 1922 por la así llamada “marcha a Roma”, poco hace falta decir. Mucho antes de que éste y su guía cayeran en el olvido en los meses finales de la segunda guerra mundial, el fascismo se había convertido en objeto de ridículo entre la mayoría de la gente, incluidos aquellos que lo habían apoyado en sus comienzos. Su significado descansa, antes bien, en la hueste de imitadores que proliferaría a lo largo de las décadas ulteriores por todo el mundo cual cascada maligna de mutaciones. Propulsada por un nacionalismo maníaco, esta aberración del espíritu humano deificaba el Estado, descubría en todas partes amenazas imaginarias a la supervivencia nacional de cualquier pueblo desgraciado al que aprisionara, y predicaba a todos los que la escuchasen la idea de que la guerra tenía una influencia “ennoblecedora” sobre el alma humana. Los desfiles de opereta a base de uniformes, botas relucientes, banderas y trompetas con los que por lo común se la relacionan no deberían ocultar al observador contemporáneo el legado virulento que ha dejado en nuestra propia época, ocultando bajo vocabulario político angustiosos términos tales como “desaparecidos”.

March on Rome

Marcha hacia Roma: fascistas en camino a Roma

Pese a compartir la idolatría fascista hacia el Estado, su ideología hermana, el nazismo, se convirtió en la voz de una perversión más antigua e insidiosa. En su malvado corazón latía la obsesión por esa entelequia que sus procuradores denominaban “pureza de raza”. La determinación maniática con que acometió sus fines asesinos no se vio en modo alguno menguada por los postulados demostradamente falsos en los que estaba basada. El sistema nazi fue único por la absoluta bestialidad que caracteriza al acto con que de forma más frecuente se relaciona su nombre: el programa de genocidio llevado a cabo sistemáticamente contra las poblaciones consideradas carentes de valor o nocivas para el futuro de la humanidad, un programa que comportaba un intento deliberado de exterminar literalmente a todo el pueblo judío. En última instancia, el empeño nazi en que una fantasiosa “raza superior” debía regir el planeta entero fue el principal causante de que se cumpliese el aviso profético de ‘Abdu’l-Bahá, pronunciado veinte años antes, de que otra guerra, mucho más terrible que la primera, habría de estragar al mundo. Al igual que el fascismo, el nazismo también ha dejado un detritus en nuestra propia época. En este caso adopta la forma de un lenguaje y símbolos mediante los cuales algunos elementos marginales de la sociedad actual, desmoralizados por el declive económico y social que les rodea y desesperados por la ausencia de soluciones, airean su rabia impotente contra las minorías a las que culpan de sus frustraciones. – Casa Universal de Justicia, Siglo de la Luz, páginas 44-45

Este importante documento hace una importante y crucial distinción de cómo la perspectiva bahá’í del mundo difiere de las perspectivas más convencionales. El pensamiento más convencional en el mundo de hoy concibe que el proceso de paz se inicia con el cese de hostilidades, que luego es seguido por una gradual construcción de unidad.

Los bahá’ís, sin embargo, piensan lo opuesto.  La verdadera paz solo puede ocurrir luego de que logremos vencer el odio que causa la guerra.

Los escritos bahá’ís, incluyendo las obras de Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, las percepciones de Shoghi Effendi y de la Casa Universal de Justicia, de manera repetida enfatizan que la unidad precede una paz mundial duradera.  Muy por el contrario a lo que el mundo ha intentado hacer durante un siglo para construir la paz, las enseñanzas bahá’ís dicen que si queremos lograr paz duradera primero debemos erradicar los odios raciales, nacionales y religiosos que inevitablemente llevan a la guerra. Los nazis demostraron precisamente esto. Durante muchos años los esfuerzos por consolidar la violencia que el odio de la “raza superior” produjo fueron infructuosos y, como resultado, el mundo entero tuvo que combatir la guerra más devastadora de la historia de la humanidad.

Bahá’u’lláh claramente estableció este principio fundamental bahá’í al decir:

El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables, a menos que su unidad sea firmemente establecida. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, página 322.

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