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Un nuevo modo de entender las sorprendentes profecías de Daniel

Eileen Maddocks | Sep 17, 2020

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Eileen Maddocks | Sep 17, 2020

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De todos los profetas hebreos, quizás Daniel sea el más enigmático. Los investigadores y eruditos bíblicos rara vez se ponen de acuerdo sobre algún aspecto del libro de Daniel, ni siquiera sobre las fechas en que fue escrito.

A lo largo de los siglos, han surgido grandes diferencias de opinión sobre las diversas interpretaciones de las visiones apocalípticas alegóricas de Daniel. Sin embargo, interpretarlas completa y correctamente parecía imposible, tal vez porque sus significados habían sido sellados hasta el «tiempo del fin»: «Sigue tu camino, Daniel, pues estas cosas deben ser mantenidas en secreto hasta que llegue el momento final«. – Daniel 12:9.

Los bahá’ís creen que el «tiempo del fin» – no es un día de destrucción, sino el período prometido de la historia en el que nuestra infancia colectiva termina y nuestra madurez y unidad comienzan – inició en 1844 con la aparición del Báb, que anunció el advenimiento de Bahá’u’lláh y marcó el comienzo de una nueva era de madurez humana:

La alabanza sea para Aquel Quien ha forjado esta nueva era, esta época de majestuosidad, tal como el despliegue de un espectáculo en que se exponen a la vista las realidades de todas las cosas. Ahora se descargan las nubes de la munificencia y están claramente manifiestas las dádivas del amante Señor; pues tanto el mundo visible como el invisible han sido iluminados, y el Prometido ha venido a la tierra, y la belleza del Adorado ha resplandecido. – ‘Abdu’l-Bahá, Selección de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá.

Entonces, ¿por qué Daniel hizo profecías que serían imposibles de entender en ese momento? Como dijo Isaías, «Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir«. – Isaías 46:10.

Dios tiene su propio concepto del tiempo, y no está limitado por el nuestro. He aquí una visión del Salmo 90, versículo 4: «Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche.«.

Otro propósito podría haber sido demostrar que Dios reveló su plan con una precisión infalible para el año exacto, incluso en un lapso de miles de años. Si ese es el caso, independientemente de que la humanidad lo reconozca o no, el plan divino de Dios para nuestra educación espiritual gradual se ha ido desarrollando a lo largo de nuestra permanencia como especie aquí en la Tierra.

Entender el código numérico simbólico del tiempo bíblico es esencial para descifrar los significados de los días y años de Daniel. La clave, en toda la Biblia, es que un día equivale a un año, como indican muchos versículos bíblicos, incluyendo estos dos:

Ustedes estuvieron cuarenta días explorando el país; pues también estarán cuarenta años pagando su castigo: un año por cada día. Así sabrán lo que es ponerse en contra de mí.” – Números 14:34.

Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel”. – Ezequiel 4:5.

Tal vez la visión profética más famosa de Daniel fue la que se refería a 2.300 días/años, en la que vio temibles bestias y gran destrucción, y luego el año 1844. En esa profecía, el cuerno de una bestia quitaba el sacrificio diario del Señor y su santuario era derribado. La visión de Daniel continuó sobre este último cuerno de la siguiente manera:

Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.

Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?

Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.” – Daniel 8:12-14

Las enseñanzas bahá’ís dicen que el advenimiento del Báb, una de las manifestaciones gemelas de la era bahá’í junto con Bahá’u’lláh, inició la «purificación del santuario» con una nueva revelación de Dios. ¿Podría el santuario a ser limpiado ser el corazón de la humanidad?

En el octavo capítulo del libro de Daniel, versículo trece, se dice: […] Y el le respondió ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado’. […] En otras palabras, ¿cuánto tiempo persistirá este infortunio, ruina, humillación y degradación extremas?, o sea ¿cuándo será el amanecer de la Manifestación? […] En definitiva, el pasaje se refiere a un período de dos mil trescientos años, por cuanto en el texto bíblico cada día cuenta como un año. Según eso, desde la fecha de promulgación del edicto de Artajerjes por el que se ordenaba la restauración de Jerusalén hasta el nacimiento de Cristo transcurren 456 años; y desde el nacimiento de Cristo hasta el día de la manifestación del Báb median 1844 años. Cuando se suman 456 años a esta última cifra se obtienen 2.300 años. Es decir, el cumplimiento de la visión de Daniel se verificó el año 1844 d.C., año de la manifestación del Báb, de conformidad con el texto del propio Daniel. Reflexiona con qué precisión queda determinado el año de la manifestación; no cabe noticia más explícita que ésta.” – ‘Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas.

En otros versículos, Daniel también ofreció el número 1.290 para considerar:

Mil doscientos noventa días pasarán desde el momento en que se suspenda el sacrificio diario y se ponga el horrible sacrilegio en el templo del Señor.

Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.” – Daniel 12:11-12. 

Hay 1.290 años lunares en el calendario islámico desde la fecha en que Mahoma declaró su posición como profeta de Dios en el año 613, hasta la declaración de Bahá’u’lláh de su posición como profeta de Dios en 1863.

Cambiando a años solares, Daniel da su última profecía numérica y se le dice entonces que su misión en la Tierra ha terminado:

«Pero tú, Daniel, camina hacia tu fin y reposa, que en los últimos días te levantarás para recibir tu recompensa.» – Daniel 12:13.

Desde un punto de vista profético, los 1.290 y los 1.335 días/años van juntos, el primero sigue lógicamente al segundo. Los 1.335 años solares comienzan con el año 628, el año en que Muhammad firmó un tratado con sus enemigos en la Meca que significaba que reconocía a la comunidad musulmana de Medina no sólo como una fuerza legítima, sino también como una fuerza que debía ser respetada y a la que se le debía otorgar un estatus contractual o diplomático.

Los 1.335 años solares sumados a 628 equivalen a 1.963 años, o el año calendario 1963, un período trascendental en la historia bahá’í. Ese fue el año en que los miembros de las Asambleas Espirituales Nacionales del mundo emitieron sus votos para elegir la primera Casa Universal de Justicia – el cuerpo administrativo global de la fe bahá’í. La declaración de Bahá’u’lláh en 1863 (los 1.290 años) fue seguida en 1963 (los 1.335 años) por la culminación del orden administrativo de tres niveles de la fe bahá’í a nivel local, nacional e internacional, ideado por Bahá’u’lláh para el funcionamiento interno de la fe bahá’í.

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