Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Todas las Figuras Centrales de la Fe Bahá’í – El Báb, Bahá’u’lláh, y ‘Abdu’l-Bahá – evidenciaron un enorme nivel de cuidado, simpatía y preocupación por los pobres.
Bahá’u’lláh, criado en una familia de linaje noble y adinerados, y que se esperaba tomara una posición lucrativa como ministro en la corte del Shah, en cambio rechazó esta posición y dedicó los tempranos años de su vida adulta a ayudar a los desamparados, los hambrientos y los desposeídos en Persia. Llegó a ser conocido como “El Padre de los Pobres” como resultado de ese compromiso, y varios comentaristas predijeron que Bahá’u’lláh pronto llegaría a la pobreza, incluyendo a Su familia, al dar todo lo que tenían para los necesitados. En lugar de temer el empobrecimiento, Bahá’u’lláh pidió a todos seguir Su ejemplo desinteresado:
Sin embargo, los que poseen riqueza deben tener la mayor consideración para con los pobres, ya que grande es el honor destinado por Dios para los pobres que son firmes en paciencia. ¡Por mi vida! No hay otro honor, fuera del que Dios desee conceder, que pueda compararse con este honor. Grande es la bienaventuranza que espera a los pobres que soportan pacientemente y encubren sus padecimientos, y venturosos son los ricos que donan sus riquezas a los necesitados y los prefieran a ellos antes que a sí mismos. – Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, página 231
Cuando ‘Abdu’l-Bahá viajó al Occidente en los primeros años del siglo XX – aunque había vivido Su vida entera en el Medio Oriente – comentó frecuentemente sobre la pobreza extrema que vio en Europa y Norteamérica; dio dinero y apoyó a organizaciones benéficas como Save The Children y muchas otras: visitó las misiones de Skid Row y amorosamente abrazó, motivó y ayudó a los pobres. Cuando el Rector de una parroquia en Londres preguntó a ‘Abdu’l-Bahá qué pensaba de Inglaterra, Él dijo:
Veo a Inglaterra despierta; hay vida espiritual aquí. Pero vuestros pobres ¡son tan, tan pobres! Tal no debiera suceder. Por un lado, poseéis riqueza y grandes lujos; por otro lado, hay hombres y mujeres que viven en estado de pobreza y necesidad. Este gran contraste de vida es una de los lastres que gravitan sobre la civilización de esta época ilustrada.
Debéis volver vuestra atención con mayor empeño a la mejora de las condiciones de los pobres. No os contentéis hasta que toda persona con la que tratéis no sea como un miembro de vuestra familia. Miraos los unos a los otros bien como un padre, o como un hermano, o como una hermana, o bien como una madre, o como un hijo. Si podéis lograrlo, vuestras dificultades se desvanecerán, sabréis lo que habéis de hacer. Ésta es la enseñanza de Bahá’u’lláh – ‘Abdu’l-Bahá en Londres
Este principio central bahá’í – la eliminación de los extremos de pobreza y riqueza – fluye a través de las enseñanzas económicas y espirituales de la Fe:
Verdaderamente, habiendo algunos enormemente ricos y otros lamentablemente pobres, es necesaria una organización para regular y mejorar tal estado de cosas. Es importante limitar la riqueza, como también es importante limitar la pobreza. Ninguno de los dos extremos es bueno. Lo más deseable es asentarse en un término medio. Si es justo que un capitalista posea una gran fortuna, es igualmente justo que sus trabajadores tengan los medios suficientes para vivir.
No debería existir un financiero con una colosal riqueza mientras cerca de él haya alguien en extrema necesidad. Cuando vemos que la pobreza alcanza los límites del hambre, es un signo seguro de que en alguna parte existe tiranía. La humanidad debe implicarse de lleno en este asunto, y no demorar por más tiempo la modificación de las condiciones que causan la miseria de la tiranía de la pobreza a un gran número de personas. Los ricos deben dar una parte de su abundancia, deben enternecer su corazón y cultivar una inteligencia compasiva, pensando en aquellos infelices que carecen de lo más necesario para la vida.
Deberán establecerse leyes especiales, que traten de las condiciones extremas de riqueza y de pobreza. Los funcionarios del gobierno deberían tener en cuenta las leyes de Dios cuando formulen planes para gobernar al pueblo. Los derechos universales de la humanidad deben ser protegidos y preservados.
Los gobiernos de los distintos países deberán ajustarse a la Ley Divina, que otorga igual justicia a todos. Ésta es la única manera de abolir la deplorable futilidad de la riqueza exagerada, así como la miserable, desmoralizante y degradante pobreza. Hasta que esto no sea un hecho, no se habrá obedecido la ley de Dios. – ‘Abdu’l-Bahá, La sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, página 189
Las enseñanzas bahá’ís piden justicia, pero también piden misericordia y bondad. Esa bondad y preocupación por los demás se centra alrededor del ideal bahá’í de la unidad de la humanidad y de amor por cada ser humano.
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