Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
La Fe Bahá’í alienta, da la bienvenida y honra la necesidad humana de hacer preguntas.
De hecho, uno de los meses en el calendario bahá’í es incluso llamado Preguntas (Masa’il, en Persa). Las enseñanzas bahá’ís empiezan instando a cada uno a emprender su propia investigación independiente de la verdad – para hacer las preguntas y buscar las respuestas que una búsqueda espiritual siempre plantea. En algunas tradiciones religiosas las preguntas se desalientan, pero no en la Fe Bahá’í, la cual activamente alienta todo tipo de preguntas.
Esta serie está dedicada a responder un conjunto de preguntas que nos llegaron de unos estudiantes de una clase de religión comparativa. Son preguntas que me hacen a menudo, por lo que parecía valioso responderlas aquí en el caso que otros de nuestros lectores se estén preguntando las mismas cosas.
Pregunta: La religión bahá’í cree que todos somos iguales, no importa la etnia o género. ¿Qué pasa con la orientación sexual?
De acuerdo con las enseñanzas de Bahá’u’lláh, tenemos un deber el uno hacia el otro: que es amar. Este amor, los escritos bahá’ís nos recuerdan en repetidas ocasiones, debe ser universal porque el amor de Dios es universal:
… la unidad del mundo de la humanidad se realizará, aceptará y establecerá. Cuando reflexionemos sobre este bendito principio se hará evidente y manifiesto que es el remedio curativo para todos los problemas humanos. Todos los humanos son siervos del glorioso Dios, nuestro Creador. Él los ha creado a todos. De seguro, los habrá amado equitativamente, de otro modo, no los hubiera creado. Él protege a todos. Seguramente ama a Sus criaturas, de otro modo, no los habría protegido. Provee para todos, demostrando Su amor por todos sin distinción o preferencia. Manifiesta Su perfecta benevolencia y amorosa bondad hacia todos. No nos castiga por nuestros pecados y defectos, todos estamos sumergidos en el océano de Su infinita merced. Por cuanto Dios es clemente yamoroso con Sus hijos, indulgente y misericordioso con nuestros defectos, ¿por qué debemos ser despiadados e implacables los unos con los otros? En tanto Él ama a la humanidad sin distinción ni preferencia, ¿por qué no debemos amar a todos? ¿Podemos concebir un plan o política superior al propósito divino? Manifiestamente, no. Por tanto, debemos esforzarnos en hacer la voluntad del glorioso Señor y emular Su política de amor hacia toda la humanidad. – ‘Abdu’l-Bahá, de una charla en la Iglesia Metodista St. James en Montreal, 1912, La promulgación de la paz universal, página 308
Así como Cristo, Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá realmente no dejan “margen de maniobra”. Tenemos que amar a todos sin hacer excepciones. Esto incluso se extiende a las diferencias a las que ‘Abdu’l-Bahá llama “sombras del pensamiento”:
No permitáis que la diferencia de opinión, o la diversidad de pensamiento os distancien de vuestros semejantes, o que sea causa de discordia, de odio y rivalidad en vuestro corazón. – La sabiduría de ‘Abdul-Bahá, página 73
En otra charla durante el mismo período de tiempo, agregó:
Cuando améis a algún miembro de vuestra familia o a un compatriota, ¡que este amor sea como un rayo del Amor Infinito! ¡Que sea en Dios y por Dios! Dondequiera que encontréis los atributos de Dios, amad a esa persona, ya sea de vuestra familia o de otra. Derramad la luz del amor sin límites sobre todas las personas que os encontréis, ya sean de vuestra patria, de vuestra raza, de vuestro partido político o de cualquier otra nación, color o tendencia política. – La sabiduría de ‘Abdul-Bahá, página 51
Aunque ‘Abdu’l-Bahá específicamente menciona la etnicidad y la política (porque éstos eran los asuntos principales de la época) Sus palabras claramente se aplican universalmente. “Todas las personas que encontréis” viene sin “excepto estos”. Entonces, no hay diferencias reconocidas por Dios. Tales cosas como la raza, el género, la orientación sexual, y otras realidades de la existencia humana son diferencias físicas o materiales. El alma no tiene género, color de piel, lengua étnica, u orientación sexual; y los bahá’ís tratan de amar a cada alma.
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