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Para aquellos en busca del Nirvana, ¿Buda enseñó el ateísmo?

Tom Tai-Seale | Mar 28, 2021

PARTE 8 IN SERIES Un plan ancestral desplegándose

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Tom Tai-Seale | Mar 28, 2021

PARTE 8 IN SERIES Un plan ancestral desplegándose

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Decir que el budismo es ateo puede ser una exageración, una generalización y un malentendido del propósito de Buda, así que analicemos el tema de otra manera.

RELACIONADO: ¿Existe un Dios en el budismo?

Como hemos visto en ensayos anteriores de esta serie, Buda hablaba con frecuencia de Brahman -Dios- con un conocimiento íntimo y condenaba a los sacerdotes que no actuaban en conformidad con la naturaleza de Brahman. Además, toda la misión del budismo es ayudar a aliviar el sufrimiento humano predicando el comportamiento moral y la alineación con la Realidad sagrada -que en Occidente llamaríamos Dios, y que los budistas en Oriente a veces llaman nirvana.

Es importante señalar que, aunque en Occidente hablamos de Dios todo el tiempo, Dios es, como nos recordaba Aquino en su De Potentia, incognoscible. Él «supera todo lo que podemos entender de él». En realidad, no sabemos mucho de Dios, salvo que nos sentimos de alguna manera conectados al Ser de Dios, a la fuente última de la Realidad, y esa sensación de conexión puede aportarnos una gran alegría y paz espiritual.

Uno de los principales objetivos de todos los budistas -liberarse por completo de los engaños del ego y, por tanto, liberar a nuestro ser de las cadenas del mundo físico- tiene como meta la consecución de la iluminación. Una vez que nos liberamos de esas restricciones, enseñó Buda, alcanzamos un hogar celestial definitivo.

Las escrituras budistas utilizan toda una serie de términos simbólicos y poéticos para describir ese estado: la cueva fresca, un puerto de refugio, el lugar de la dicha, la orilla más lejana. En Occidente, la mayoría de la gente se refiere a ese estado del ser como nirvana o «no ser», y lo traduce como «fallecer» o «morir» a los engaños de la vida. Pero el nirvana no puede alcanzarse anhelando el no-ser. De hecho, el Buda repudió expresamente el ansia de aniquilación o inexistencia en su primer sermón sobre las Cuatro Nobles Verdades, cuando identificó esta como una de las causas del estrés que debe ser eliminada. El Buda dijo:

Esta, oh monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es este deseo que genera nueva existencia, que asociado con placer y pasión se deleita aquí y allí. Es decir, el deseo sexual, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia.

Así pues, los budistas, al igual que los seguidores de todas las principales confesiones mundiales, buscan la salvación y la unión con el Amado divino, no solo el no ser. Aunque algunos entienden el nirvana solo de forma negativa, como una liberación del sufrimiento, puede describirse con mucha más precisión de forma positiva: como el objetivo último de la existencia, por el que todos nos esforzamos, amamos y aspiramos. Esta comprensión más completa incorpora la negativa de Buda a responder a preguntas sobre la naturaleza del nirvana, que según él solo podrían tergiversar, minimizar o distorsionar.

Resulta que, como demuestran ampliamente las enseñanzas de Gautama Buda y los escritos bahá’ís, es posible referirse a esta conexión divina del nirvana y creer en ella sin antropomorfizar a Dios.

La solución de Buda fue hablar de la realidad última como estar vacío -como dirían los musulmanes, el Creador no tiene compañero. Nada de lo que podamos atribuirle puede igualar su presencia trascendente e inmanente; hay que apreciarla tal como es. Es completo en sí mismo, no necesita nada, pero nos invita a él a través de un camino en el que podemos seguir vaciándonos de nosotros mismos.

Podemos vislumbrar esta realidad comprendiendo el propósito de la meditación budista: eliminar las distracciones que nos impiden experimentar a Dios. El término budista para esta vacuidad, también traducida como vacío, así o tal, es sunnata (sunyata en sánscrito). El concepto de sunnata es fundamental para la comprensión del budismo, pero, por desgracia, ha provocado muchas disputas doctrinales, porque sus referencias en el Canon Pali (MN 43, MN 121-122, SN 12.15, SN 35.85) están sujetas a interpretaciones muy diferentes. 

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Sin embargo, a grandes rasgos, es claramente reconocible como la realidad divina que subyace a toda la existencia, nuestra base del ser.  

Así pues, tu amigo budista puede decir que es ateo, pero si sigue las verdaderas enseñanzas de Buda, las cuales creen en la vacuidad como una realidad sagrada, y que unirse a ella trae el nirvana, ¿lo es realmente?

Los escritos bahá’ís describen al Creador de forma muy parecida, como en este pasaje escrito por Abdu’l-Bahá:

observa este universo sin fi n: inevitablemente, existe un poder universal que todo lo abarca, el cual dirige y regula todas las partes de esta creación infinita; si no fuera por este Director, este Coordinador, el universo sería imperfecto y deficiente. Sería como un demente; en cambio, ves que esta creación infinita lleva a cabo sus funciones en perfecto orden, y cada parte de ella desempeña su propia tarea con absoluta seguridad, sin que se descubra imperfección alguna en todo su funcionamiento. Así, es evidente que existe un Poder Universal, que dirige y regula este universo infinito…

Sin embargo, la realidad íntima de ese Ser no es conocida, aunque sus efectos son claros y evidentes.

Además, todos los seres creados son limitados, y esta mismísima limitación de todos los seres prueba la realidad del Ilimitado; pues la existencia de un ser limitado denota la existencia del Ilimitado.

En resumen, existen muchas pruebas similares que demuestran la existencia de esa Realidad Universal. Y puesto que esa Realidad es preexistente, no es afectada por las condiciones que rigen los fenómenos; pues toda entidad está sometida a circunstancias, y el juego de los acontecimientos es contingente, no preexistente. Luego, has de saber que la divinidad que otras comuniones y pueblos han ideado pertenece al ámbito de su imaginación y no lo excede, en tanto que la realidad de la Deidad está más allá de toda concepción.

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