Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
… la ciega imitación del pasado atrofia la mente. Mas cuando cada alma indague la verdad, la sociedad será librada de la lobreguez de la continua repetición del pasado. – ‘Abdu’l-Bahá, Selección de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, página 186.
… ciegas imitaciones y prejuicios hereditarios invariablemente se han convertido en rencor y odio y han colmado al mundo de oscuridad y de violencia bélica. Por consiguiente, debemos buscar la verdad fundamental para desembarazarnos de tales condiciones, y, luego, con rostros iluminados encontrar el sendero hacia el Reino de Dios. – ‘Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, p.194
Cuando conocí a Mary, hablamos del temor que nos suscita cambiar nuestras creencias más íntimas. Habiendo sido educada como católica, desarrolló amor hacia Jesús Cristo durante la niñez, amor que ella aún siente, y sospecho que ella teme, que si “cambia de religión” estaría traicionando ese amor.
En mi conversación con Mary no tuve bastante oportunidad de explicarle muchas cosas, por lo que trataré de cubrir el tema aquí.
Si se preguntan porqué siguen una religión o sistema de creencias en particular, es probable que encuentren, como lo hace la mayoría de personas, que ustedes lo hacen debido a que la heredaron. Sus padres o ancestros la fueron trasmitiendo a ustedes. Probablemente usted formado y educado desde niño para seguir la fe de sus padres o de sus abuelos. Y sencillamente lo hizo. En la medida que creció probablemente vio algo de la belleza de esa fe, trató de entenderla y seguir sus enseñanzas, y, por tanto, de construir una identidad propia que incluyera esa percepción del mundo. Si sus padres no tenían ninguna fe, es probable que usted haya seguido ese camino también.
En ambos casos sus creencias más íntimas pueden ser fingidas. Puede que en realidad no le pertenezcan. Pueden ser ciegas imitaciones. Si uno no se las cuestionó desde la niñez; si uno no ha examinado realmente su propia realidad espiritual profunda, entonces podría buscar esa verdad íntima empezando por cuestionar todo aquello que ha imitado ciegamente en el pasado.
Cuando las enseñanza bahá’ís nos piden que evitemos imitar ciegamente a otros, también nos piden que examinemos nuestros sistemas de creencias más íntimos. En vez de tener un conjunto de principios y creencias imitado, ¿no le gustaría mejor tener uno auténtico? La investigación independiente de la verdad, un principio importante de la Fe Bahá’í, nos insta a no depender de las percepciones y posiciones de otros, sino a verdaderamente buscar y encontrar nuestras propias creencias:
El hombre debe ser justo. Debemos poner a un lado la parcialidad y el prejuicio. Debemos abandonar las imitaciones de nuestros ascendientes y antepasados. Debemos investigar nosotros mismos la realidad y ser objetivos. – ‘Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, página 336.
Esa justicia y equidad significan que los bahá’ís siguen a todos los profetas de Dios. Los bahá’ís creen en el amor y reverencia a los profetas y fundadores de todas las grandes fes mundiales: Abraham, Moisés, Krishna, Buda, Zoroastro, Jesús Cristo, Muhammad y ahora Bahá’u’lláh. Por lo tanto, declararse bahá’í no significa rechazar la fe que uno seguía previamente. Los bahá’ís no abandonan la fe que profesaban antes, la ven de una manera nueva, como parte integral de la unicidad de las religiones. Para el bahá’í, la realidad fundamental de la religión es una y no múltiple.
En realidad, ser bahá’í significa ser seguidor de la luz y no de la lámpara:
… las divinas religiones de las santas Manifestaciones de Dios son en realidad una sola, aunque en nombre y nomenclatura difieran. El hombre debe ser amante de la luz, no importa de qué luminaria proceda. Debe ser amante de la rosa, no importa en qué suelo esté creciendo. Debe ser un buscador de la verdad, no importa de qué fuente provenga. Apego a la linterna no es amar la luz. – ‘Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, página 162.
Por lo tanto, le expliqué a mi nueva amiga Mary, que no tenía nada que temer. Cuando uno se declara bahá’í, uno no rechaza su fe anterior o a su fundador, más bien uno los acepta verdaderamente y al mismo tiempo amplia considerablemente el ámbito de sus creencias, incluyendo la guía y sabiduría de toda Fe:
¡Oh buscador de la verdad! El mundo del Reino es uno solo. La única diferencia es que la primavera regresa una y otra vez, y arma una nueva gran conmoción en todas las cosas creadas. Entonces el llano y la colina cobran vida, y los árboles se vuelven delicadamente verdes, y las hojas, las flores y los frutos aparecen en infinita y grácil belleza. Por lo cual las Dispensaciones de épocas pasadas están estrechamente relacionadas con aquellas que las suceden: en verdad, son una y la misma, mas a medida que crece el mundo, crece también la luz, crece también la lluvia de gracia celestial y entonces el Sol brilla con esplendor meridiano. – ‘Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, página 45.
Los bahá’ís no niegan a ninguno de los mensajeros de Dios, pues cada uno de ellos representa el cumplimiento de la promesa del mensaje de Dios al hombre. Los profetas y fundadores de las mayores religiones del mundo son los eslabones de una cadena eterna de educadores divinos que personifican un solo sistema espiritual:
Comprendemos así qué es lo que constituye la Realidad de las Divinas Religiones. Si un cristiano dejara a un lado las formas tradicionales y ciegas imitaciones de sus ceremoniales e investigara la Realidad de los Evangelios, descubriría que los Principios Fundamentales de las Enseñanzas de Su Santidad Jesucristo eran la misericordia, amor, compañerismo, benevolencia, altruismo, el resplandor o brillo de los Dones Divinos, la adquisición del aliento de Espíritu Santo y la unión con Dios. – ‘Abdu’l-Bahá, Fundamentos de Unidad Mundial, página 115.
Por tanto, no, Mary. Aceptar la Fe Bahá’í no es una traición a Cristo en forma alguna, es reconocer verdaderamente la realidad de Cristo.
Te resulta claro y evidente que todos los Profetas son los Templos de la Causa de Dios, Quienes han aparecido ataviados con diversas vestiduras. Si observaras con ojo perspicaz, Los verías a todos habitando en el mismo tabernáculo, remontándose hacia el mismo cielo, sentados en el mismo trono, pronunciando las mismas palabras y proclamando la misma Fe. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, página 64.
En una época se hablaba de unidad de la tribu, luego de la familia, luego de la nación (como en época de Cristo) ahora se habla de unidad de la humanidad... antes no habría sido posoble hablar de Unidad ...de la humanidad,.